El estadio Luzhniki está prácticamente acabado y para su reinauguración oficial, el 11 de noviembre, el seleccionado local se enfrentará a la Argentina de Messi. Un encuentro que, a pesar de carecer de interés competitivo, servirá a la Selección para conocer mejor un estadio al que deberá regresar, si pretende alcanzar la final del próximo Mundial de Rusia.
En efecto, lo primero que salta a la vista cuando se ingresa al playón que conduce al Gran Arena Sport Luzhniki en Moscú es la desafiante estatua de bronce del líder de la Revolución Rusa, y de quien se tomó el primer nombre para este mítico estadio.
Detrás de la figura del dirigente ruso, no muy lejos, se destaca la fachada del estadio, compuesta de ladrillos color marfil, tiras de ventanas verticales y columnas espigadas en el mismo tono, que recubre esta suerte de coliseo romano. Una obra edificada por cuatro arquitectos y tres ingenieros soviéticos a finales de los años cincuenta por orden del gobierno de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), que decidió retribuir al equipo olímpico con un gran estadio de entrenamiento.
Desde su primera inauguración, el estadio Luzhniki ha sido escenario de algunos de los eventos deportivos y culturales más destacados de la historia rusa. Uno de los más recordados sucedió en 1980, cuando Moscú ofició como anfitrión de los Juegos Olímpicos. Una competencia deportiva que boicoteó Estados Unidos junto a sus aliados, en el marco de una Guerra Fría que aún marcaba el pulso de la política internacional.
El otro, más relajado pero no menos político, fue el primer concierto de los Rolling Stones, en 1998. “Sus majestades satánicas” habían solicitado permiso para tocar en la URSS por primera vez en 1967, pero las autoridades lo habían denegado. En aquella primera cita con el público ruso, el estadio reunió a más de 70 mil personas.
La lista de eventos históricos que albergó el Luzhniki es tan rica como extensa; sin embargo, el próximo 14 de junio marcará uno que promete ser tan o más importante que los anteriores. Será escenario de la ceremonia de apertura del Mundial de Fútbol (el primero que se celebra en Rusia) y, posteriormente, de una semifinal y la final de este certamen.
Para este propósito, precisamente, se sometió a una profunda renovación entre el 2014 y agosto de este año, pero que, como sucedió en las dos oportunidades anteriores, no afectó la fachada, su perfil más conocido. Siguiendo con la tradición, el Gran Arena Sport Luzhniki aspira a ser uno de los símbolos de la Rusia de estos años.