En los últimos siete meses Francisco Toledo ha creado piezas que nacen de la indignación. “Hablan de la violencia, las víctimas y los desaparecidos del país, en donde el color rojo es obligado, por la sangre”, comentó el artista oaxaqueño a propósito de la inauguración de la exposición “Duelo”, en el Museo de Arte Moderno (MAM), la cual reúne 95 de sus recientes producciones en cerámica hechas en conjunto con el ceramista Claudio Jerónimo López.
En palabras de Toledo, el tema de la exposición sí es la violencia pero no sólo la que se vive actualmente en México, también alude a episodios del pasado donde la libertad o cambio de régimen político implicó la matanza, desaparición y muerte de civiles.
“Cuando estuvimos en Juchitán y nacía la Coalición Obrera, Campesina, Estudiantil del Istmo (COCEI), las administraciones eran priístas y Juchitán fue la primera localidad y la primera vez en que un municipio no era priísta, eso costó vidas, gente sacrificada, el líder Victor Yodo desapareció…una mamá que había sido novia de Bresson, que le decían Lupe Cartier, perdió un hijo. Hay una larga lista de desaparecidos y en aquel momento hice una serie de grabados”.
Ahora, expresó, retoma el tema debido a la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, la matanza en Tlatlaya y demás actos de violencia que “han pasado en Guerrero, Michoacán y Oaxaca. Son preocupantes y sí hay que indignarse”
En esta serie inédita que estará expuesta en el MAM hasta febrero de 2016, prevalecen piezas de mediano formato, entre 30 y 80 centímetros, que fueron teñidas con rojo y tonalidades de café, en las cuales se representan de forma explícita orejas cortadas, piernas o brazos amputados, cráneos, vasijas mortuorias que aluden a prácticas funerarias prehispánicas, perros que acompañan a los difuntos hacia el inframundo y zapatos que han perdido a sus dueños.
“Los animales siempre han estado presentes en mi obra, pero ahora hay otras cosas como orejas y vasijas con formas casi abstractas. Hay personajes que tienen gorras de béisbol y algunas tienen la letra T, que no es de Toledo, es de Tlatlaya, de lo que pasó ahí”, explicó.
Las cajas que realizó, dijo, son mortuorias y su uso es para el depósito de restos humanos o cenizas, sobre las representaciones de perros –indicó– tienen la connotación de ser animales que acompañan a las almas a cruzar ríos de sangre y podredumbre, es decir, refiere a la idea del más allá.
“Los zapatos… en 2006 estuvo tomada la ciudad de Oaxaca y desaparecía gente, una ocasión en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), viendo de frente el atrio de Santo Domingo, vi unos zapatos abandonados y era muy impresionante, era gente que se habían llevado”, comentó.
El pintor oaxaqueño también externó que siempre le ha gustado trabajar el barro, desde que inició su carrera, aunque reconoce que en ese momento no había posibilidades de ir a un taller o de cocer las piezas, pero ahora con el taller artesanal en Etla, seguirá haciendo cerámica. “Un rato más porque el problema es que los químicos que usamos lo perjudican a uno”.
Sobre cómo conoció al ceramista Claudio Jerónimo López, recordó que fue en Cuernavaca. “Es de la mixteca de Oaxaca y cuando empezaron los proyectos en el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa) lo invité a que se instalara allá y él armó este taller que se llama El Canelo. Estas piezas se hicieron en lo que va de este año, se hicieron desde hace 7 meses”.