Por Ernesto Valenzuela
No son tiempos fáciles y el arte no está exento de este estatus de repetición permanente. Hace algunos días di con un compositor en el que no había pensado en un varios años, Charles Ives. Ives fue un compositor visionario estadounidense del siglo XX el cual es, a la fecha, renombrado por historiadores de la música en todo el mundo. Charles Ives, es recordado como un pionero de la música experimental, siendo de los primeros compositores en integrar más de un tiempo simultáneamente en una pieza para crear tensión y lo que muchos describirían como total caos. Mi primer pensamiento después de escuchar por primera vez su famosa Sinfonía numero 3 “The Camp Meetings” fue ¿Qué estaría Ives pensando cuando compuso este picasso de ideas musicales?
La respuesta a mi pregunta retórica es muy simple, Ives creció cerca de campamentos militares donde las bandas de la milicia tocaban diferentes piezas simultáneamente en diferentes locaciones, a Ives le pareció fascinante la interacción paralela, aleatoria e incidental de la música en los diferentes campos. Me pregunto qué hubiera pasado si Ives nunca hubiera estado expuesto a esta situación. Llevándolo un paso más lejos, qué hubiera pasado si no hubiera estado expuesto absolutamente a nada fuera de la casa donde vivía y un radio que lo mantuviera al tanto de un solo tema. La respuesta a mis preguntas posiblemente sea contestada durante los próximos meses.
Estos últimos meses los artistas se han enfrentado a incesantes atentados contra su creatividad: ¿Cómo imaginar algo cuando todo y nada pasa? ¿Cómo alimentarse del arte de los otros frente a una teleconferencia de imagen discontinua y sonido quebrado? ¿Cómo buscar la belleza en un limbo financiero, emocional? No hay nada menos inspirador que el hambre bajo las malas noticias.
Del otro lado de la moneda, está aquel que dice que el arte está basado en limitaciones. Dimitri Shostakovich me viene a la mente, compositor de origen ruso con autoría de piezas enormemente influentes en la música del siglo XX. Muchas de las cuales nacieron en el corazón de la Unión Soviética en una densidad política que pondría a cualquier Pandemia a rezar. La imaginación está a prueba y tengo la teoría que únicamente los artistas más hábiles verán el otro lado del túnel con una caja de arte más pesada de con la que entraron.
Hoy por hoy, cualquier novedad parece una lampara de llavero alumbrando en un día soleado. Quién será aquel que capture esta época y llene los libros de historia con piezas que transporten al escuchante a estos tiempos únicos y, con suerte, más difíciles. ¿Estaremos esperando a los escultores de esta época? ¿Estaremos congelados mientras un artista dibuja un retrato del todo? Solo el tiempo podrá decir.
Ernesto Valenzuela es un productor musical e ingeniero de audio asentado en Nueva York, al igual que profesor del departamento de Tecnología de la Música en la Universidad de Nueva York.