Los perros son capaces de reconocer las emociones humanas y las de sus congéneres, según un estudio de la Universidad de Lincoln, en el Noreste de Inglaterra, llevado a cabo en cooperación con la Universidad de Sao Paulo. El año pasado una investigación vienesa ya probó que los canes son capaces de saber si sus dueños están contentos o no solo con verles la cara, pero el nuevo experimento va más allá.
Daniel Mills, uno de los investigadores de Lincoln, recuerda que «es un debate antiguo si los perros pueden reconocer las emociones humanas o no». Y explica que «muchos dueños de perros cuentan de forma anecdótica que sus mascotas parecen muy sensibles a sus estados de ánimo, pero nuestros hallazgos son los primeros en mostrar que los perros realmente reconocen emociones en los seres humanos y en otros perros».
Diecisiete perros fueron sometidos a un experimento. En diferentes carteles se pusieron fotos de personas alegres y enfadas y de perros con talante juguetón o agresivo. Luego se reprodujeron los sonidos de voces humanas enojadas y ladridos enfurecidos. Los perros, que se enfrentaban a la prueba sin ningún ensayo ni conocimiento previo, en la mayoría de los casos se quedaron más tiempo mirando a las imágenes que correspondían con esos sonidos hostiles. La coincidencia fue incluso mayor con las imágenes de los perros que con las de las personas.
Según los científicos, esa reacción supone que los perros disponen de un sistema interno de categorización de los estados emocionales, efectúan una representación mental de los estados de ánimo positivos y negativos, algo que hasta ahora se creía exclusivo de los seres humanos.
En Inglaterra, donde el aprecio por los canes es de tales proporciones que invita a ironizar con que podría aplicarse el mismo rasero a las personas, hay más estudios en curso relativos a los perros. Un equipo de la Universidad de Oxford trabaja en un gran investigación genética para investigar su origen, cuándo y dónde se convirtieron en una especie distinta a los lobos, el hermano mayor del canis lupus familiaris. El año pasado ya concluyeron que los perros proceden de Nepal o Mongolia.
El proyecto de Oxford, dirigido por el profesor Greger Larson, estudia el ADN de 4.000 cráneos y dientes de perros, de diversas dataciones y recogidos por todo el mundo. Hasta hace poco se creía que la domesticación de los perros comenzó hace 15.000 años, pero ahora algunos científicos sostienen que pudo ser hace 30.000 años.
Larson cree que los perros con la apariencia actual con que los conocemos no aparecieron hasta hace poco y prohíbe a su equipo utilizar en el laboratorio las palabras perro y lobo. “Probablemente todo empezó con una fase inconsciente –ha explicado a la BBC-, en la que los lobos se acostumbraron gradualmente a las poblaciones humanas, siguiéndolas en su itinerancia y comiendo los restos que iban dejando. Las diferencias entre lobos y perros tardaron muchísimo tiempo en establecerse”.
De los dos mil millones de perros que se calcula existen en el mundo, solo la cuarta parte son mascotas
Lo que nadie duda es que el perro proviene del lobo. Algunos estudiosos llegan a decir en realidad los canes son lobos que se auto domesticaron, al darse cuenta de que haciéndose gregarios del hombre podían vivir más cómodamente. En contra de lo que se suele pensar, de los mil millones de perros que se calcula que existen en el mundo, solo la cuarta parte son mascotas.
Hoy las diferencias entre perros y lobos son evidentes. El mejor amigo del hombre se siente cómodo con las personas, mientras que el lobo no. Los cráneos perrunos son más anchos y los hocicos más cortos. El lobo, aunque es el que pasa por salvaje, es sin embargo más civilizado de puertas adentro: es fiel a su pareja, mientras que el perro es un promiscuo nato, y se implica en el cuidado de los animales jóvenes, mientras que el perro se desentiende. Pero algunos científicos dicen que se parecen tanto que hasta es complicado afirmar que son especies diferentes.
Los perros son además genéticamente confusos, por los cruces y por su origen. La cría de perros sistematizada, procurando nuevas razas y celebrando su pureza, es también algo reciente, que se originó con la pasión victoriana por ellos.