Una investigación en una cueva del norte de México encontró evidencias de que los humanos habitaron la zona hace 30 mil años, lo que sugiere que llegaron a América del Norte 15 mil años antes de lo que se pensaba, publicó ayer la revista Nature.
Un equipo de la Universidad Autónoma de Zacatecas trabaja desde 2012 la cueva del Chiquihuite, a 2 mil 740 metros sobre el nivel del mar, en las montañas Astillero, donde encontraron casi 2 mil herramientas, de las cuales 239 tenían capas de grava de entre 26 mil y 32 mil años.
La “opinión generalizada” hasta este hallazgo es que la población en América llegó hace 15 mil o 16 mil años desde Asia. Este dato se basaba en hallazgos encontrados en el Monte Verde II de Chile, fechados en 14 mil años.
Los nuevos descubrimientos revelan que el poblamiento de América del Norte fue más antiguo de lo que se suponía hace apenas dos décadas, y se suman a otros descubrimientos relevantes en las Tierras Altas de Chiapas, México central y cuevas inundadas de la costa caribeña, correspondientes al final de la época del Pleistoceno y al Holoceno Temprano.
La investigación, encabezada por el doctor Ciprian Ardelean, arqueólogo de la Universidad Autónoma de Zacatecas, sugieren que América del Norte estaba poco poblada, posiblemente, antes del Último Máximo Glacial (LGM, por sus siglas en inglés), que ocurrió entre hace 18 mil a 26 mil años; es decir que existieron grupos humanos anteriores a los Clovis, por mucho tiempo considerados los primeros pobladores de América, con 13 mil 500 años de antigüedad.
El autor principal del artículo es Ciprian Ardelean y entre los coautores participan tres investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH): Joaquín Arroyo Cabrales, codirector del Proyecto Paleontológico en Santa Lucía; Alejandro López Jiménez, también paleontólogo en Santa Lucía, e Irán Rivera González, investigadora de la Escuela Nacional de Antropología e Historia.
En el artículo, los científicos describen rigurosos métodos de estudio en laboratorios de Dinamarca, Oxford (RU) y México (UNAM, SLAA-INAH, ENAH), aplicados en muestras microscópicas de hueso, carbón y sedimentos que documentan entornos cambiantes donde habitaron hombres y mujeres desde hace 30 mil a 13 mil años.
Asimismo, describen avances en el estudio de la lítica recuperada en la cueva, la cual suma alrededor de mil 900 artefactos de piedra. Explican que se trata de una tradición cultural de trabajo de piedra desconocida, que perduró durante los casi 18 mil años de ocupación del sitio.
En entrevista, el arqueólogo Ciprian Ardelean detalla que el hecho de tratarse de lítica desconocida no significa algo extraordinario, pues la talla de piedra en los grupos cazadores-recolectores del Pleistoceno es distinta, lo relevante es que los datos indican una diversidad cultural amplia de la gente que llegó a poblar Norteamérica. La propuesta del investigador advierte que cada grupo seguía sus rutas y enfrentaba el entorno con respuestas particulares y desarrollaba sus estilos propios.
Ardelean llegó a este sitio después de un año de recorrer a pie y de manera sistemática kilómetros de sierra, en la región de Concepción del Oro, en busca de evidencias humanas antiguas, guiándose por la interpretación de la forma del terreno y con la orientación de lugareños. En 2010, alcanzó la Cueva del Chiquihuite, ubicada a 2,740 metros sobre el nivel medio del mar y, aproximadamente, mil metros sobre el suelo del valle.
Los primeros vestigios los halló en 2012, a través de un pozo de sondeo que le indicó el potencial arqueológico, y en 2016 comenzó la primera temporada de campo, derivada de un proyecto de investigación avalado por el Consejo de Arqueología del INAH; a la fecha lleva cuatro temporadas de campo. Desde las primeras capas halló artefactos de piedra de factura extraña que al principio le costó trabajo entender: lascas transversales, es decir, más anchas que largas.