La canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron proclamaron el martes su voluntad de acercar a los dos países y de hacer avanzar la Unión Europea, firmando un nuevo tratado que provoca rechazo entre los nacionalistas de los dos países.
La extrema derecha, tanto en Francia como en Alemania, pero también la izquierda radical, multiplicaron las virulentas críticas al nuevo tratado de cooperación franco-alemana, agitando el espectro de una pérdida de soberanía.
Los últimos días circularon rumores sin fundamento sobre la supuesta intención de Francia de compartir con Berlín la banca permanente de París en el Consejo de Seguridad de la ONU, como lo asegura la francesa Marine Le Pen, o hasta el de la cesión de Alsacia-Lorena a Alemania.
El palacio del Elíseo consideró necesario desmentir los rumores y publicó el lunes por la noche en su página internet un texto que explica querer mostrar «toda la verdad» del tratado de Aquisgrán.