En el mundo existen cerca de 130 millones de niñas que no tienen acceso a la educación, ya sea por falta de recursos, problemas en su país o discriminación, por lo que la premio nobel de la paz, Malala Yousafzai, espera que la tecnología sea una herramienta que cambie esta situación.»Cuando pienso en la tecnología, creo que ha contribuido mucho en el mundo. Los teléfonos móviles están en todos lados, también dispositivos como las computadoras o laptops se están expandiendo”, comentó al participar en VMworld 2018. Y confió en que estas herramientas con internet puedan dar a las mujeres no sólo acceso a la información y nuevas oportunidades, también ayudarlas a llamar a alguien si están en problemas.
Ella tiene una amplia experiencia sobre estos temas, ya que a muy temprana edad sufrió un ataque de los talibanes por querer acudir a la escuela, y tras ganar el Premio Nobel de la Paz se ha dedicado a ayudar a las niñas que tampoco tienen acceso a la educación a través de Malala Fund.
Ante los asistentes del evento tecnológico, recordó que no solo millones de niñas no tienen acceso a la educación, el Banco Mundial encontró que limitar los primeros 12 años de educación para las niñas tiene un costo de hasta 30 billones de dólares en pérdida de productividad y ganancias en el mundo. «Las chicas están enfrentando diferentes problemas, no hay uno que esté relacionado con una región especifica del mundo. Incluso en Estados Unidos o Reino Unido hay chicas que enfrentan retos como discriminación, y hay mucho por hacer”, advirtió. Y recomendó a los 100 estudiantes de Basic High School y Legacy High School, los cuales asistieron a su conferencia, que aprovechen todos los recursos, sobre todo los tecnológicos, para beneficiarse, a la sociedad y no esperar a que las cosas cambien, sino hacer algo. En este sentido, consideró que el fondeo de los gobiernos en materia de educación es esencial en todas partes del mundo, así como el apoyo a los jóvenes activistas.
Destacó el caso de la plataforma educativa llamada Tabshoura in a Box en Líbano, que se enfoca en educar a las niñas refugiadas en materias de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas a través de dispositivos que no requieren conexión a internet o electricidad. “Tenemos que invertir en las mujeres”.