Los «Mitos fundadores: De Hércules a Darth Vader», de la prehistoria a la Grecia clásica, de la Biblia al inquietante ‘lado oscuro de la fuerza’ de George Lucas, protagonizan en el Louvre un nuevo espacio de exposición permanente que abre mañana sus puertas al público.
Un lugar ideado para «educar», para dar las claves del arte e incitar a visitar las grandes pinacotecas del país «a un público de aficionados, familiar, infantil, a veces alejado del mundo del museo», dijo a Efe el presidente del Louvre, Jean-Luc Martínez.
La presencia de Darth Vader «no es artificial -explicó-, tiene su origen en una visita de George Lucas al museo, con quien desde hace tres generaciones hemos desarrollado y transmitido un repertorio, el de la epopeya de ‘La Guerra de las Galaxias’, muy inspirado a la vez de la Biblia y la mitología clásica».
Este «verdadero encuentro» entre los mitos de «Star Wars» con los fundadores de la cultura occidental y los de la cultura universal, permite para Martínez mostrar mejor que «una mitología es lo que es compartido, lo que revela las grandes elecciones de la sociedad, que según las épocas y culturas encuentra respuestas diferentes».
La galería evoca entre otras muchas mitologías la egipcia, con la «Estela de la dama Taperet» (hacia el año 1000 a.C) adorando al dios del día Rê-Horakhty y a Atum, dios del atardecer.
Presenta, asimismo, grandes religiones como la budista y la tradición bíblica y mitos como el del paraíso perdido, ilustrado aquí por otra de las joyas de la exposición, un óleo sobre cobre pintado entre 1607 y 1608 por Jan I Brueghel: «La tierra o el Paraíso terrestre».
Esta atípica reunión de cerca de 60 cuadros, esculturas, piezas de orfebrería, cerámicas, máscaras, vídeos o carteles de cine; de diferentes épocas, géneros, materiales y civilizaciones, durará diez meses y no aspira en absoluto a resumir los fondos del museo, sino a educar y maravillar, resaltó su comisaria, Dominique de Font-Réaulx.
Algunas obras proceden de otras instituciones, como el «Cocodrilo original» (186x12x22 cm) de Nueva Guinea, del siglo XX, prestado por el Museo Branly para la primera sala; o la «Venus de Tursac», su minúscula compañera paleolítica, de poco más de 8cm y 25.000 años de edad, procedente del Museo de Arqueología de Saint-Germain-en-Laye.
En ese mismo espacio dedicado a la creación del mundo brilla una segunda Venus: «Aphrodite dite Vénus», desnudo de 96 cm de altura, aunque sin cabeza, brazos, ni piernas a partir de las rodillas; obra romana imperial creada en mármol de Paros hacia el siglo II, hallada en Brindisi (Italia) y hoy propiedad del Louvre.
A su espalda, orienta la introducción mitológica la maqueta titulada «Orfeo viene a civilizar a los Griegos todavía salvajes y enseñarles las artes y la paz», pintada en 1843 para el Parlamento francés por Eugène Delacroix, prestada por el Museo Delacroix, que dirige de Font-Réaulx.
Los ciclos naturales, el paso del tiempo y la magia capaz de vencer los elementos -o de transformar a los hombres en puercos, como hizo Circé con los compañeros de Ulises en «La Odisea»-, inspiran la segunda de las cuatro secciones de la muestra, centrada luego en héroes y figuras míticas de diferentes culturas.
Hércules, descendiente de Júpiter y de una simple mortal; Ícaro, hijo del ingeniero Dédalo que se acercó demasiado al sol y perdió sus alas, cotejan al héroe tailandés Phra Ram (Rama), antes de dar paso a protectores y/o temibles monstruos, gigantes, animales fantásticos, a veces devorándose unos a otros, o en plena metamorfosis.
Presiden las últimas salas la máscara de Darth Vader, un vídeo sobre la célebre saga cinematográfica y el cuadro oro, azul y rosa «Ci-gît l’espace, (RP3)», de Yves Klein, anunciador de «un nuevo mundo», mientras en el centro, visible desde la entrada, luce el rojizo y demoníaco palacio «Le Pandemoinum» (1841), de John Martin.