Los Estados miembros de la ONU, con la gran excepción de Estados Unidos, acordaron este viernes el Pacto Mundial para la Migración, el primer intento de gestionar a escala global todo el fenómeno migratorio.
El acuerdo, que no es jurídicamente vinculante, incluye una amplia lista de compromisos por parte de los gobiernos para abrir más vías de migración regular, proteger a los inmigrantes y cooperar en una mejor gestión de fronteras.
Los representantes de los Estados miembros dieron la bienvenida al documento y rindieron homenaje a los líderes de la negociación, los embajadores de México, Juan José Gómez Camacho, y de Suiza, Jürg Lauber.
Entre las metas del acuerdo figuran varias muy generales, como la de trabajar en el ámbito del desarrollo y la prevención de conflictos para reducir las situaciones que fuerzan a la gente a dejar su país de origen o la de mejorar las opciones de migración legal.
Pero también hay compromisos mucho más concretos, por ejemplo tratar de evitar la separación de familias, un tema polémico estos días en Estados Unidos, usar la detención de migrantes únicamente como última opción u ofrecer acceso a servicios básicos a todos, sin importar su estatus migratorio.
Además, los gobiernos prometen garantizar un regreso «seguro y digno» a inmigrantes expulsados y evitar siempre el retorno forzoso para quienes se enfrentan a un «riesgo real y previsible» de muerte, tortura u otros tratos inhumanos.
En las negociaciones participaron todos los Estados miembros de la ONU, aunque algunos como Hungría lo han hecho en todo momento con una postura crítica con la iniciativa.
El único país que se mantuvo totalmente al margen es Estados Unidos, que anunció su salida del proceso en diciembre pasado al considerar que el pacto es «incoherente» con las políticas migratorias del gobierno de Donald Trump.