«Su santidad es quizá el único en el mundo que debe sufrir un protocolo peor que el mío». Así se despidió el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, del papa Francisco, arrancándole una de las sonrisas que rompieron una reunión que había empezado marcada por la seriedad. El primer encuentro entre el presidente de Estados Unidos y el papa Francisco había comenzado con el rigor y la seriedad, pero el buen humor del mandatario estadounidense consiguió arrancar la sonrisa al pontífice.
La reunión con el papa duró 50 minutos, mucho más de la media hora habitual en las conversaciones del pontífice con los jefes de Estado y de Gobierno que le visitan. Tras la reunión, los dos salieron más relajados.
El regalo que le entregó Obama al papa fue algo muy original: un estuche con algunas semillas de árboles y especies que crecen en el jardín de la Casa Blanca y que podrán ser plantadas en la residencia pontificia del Castel Gandolfo.
Como al resto de mandatarios, Jorge Bergoglio regaló a Obama su primera exhortación apostólica, Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio) y un medallón artístico que representa al «Ángel de la Paz», como el mismo papa explicó.
A saber de que se estaba riendo.