Tras un verano de incertidumbre, el sonido de la discordia dio paso el lunes a la música alegre en la inauguración de la temporada de la Metropolitan Opera de Nueva York con una deslumbrante nueva producción de “Las bodas de Fígaro”, de Mozart.
Hace apenas dos meses parecía que la temporada podría no comenzar en absoluto, ya que la empresa, sumida en dificultades financieras, amenazó a sus sindicatos con un cierre patronal a menos que aceptaran considerables rebajas de salario en un nuevo contrato colectivo. Pero una solución negociada evitó el cierre de la organización de artes escénicas más grande de Estados Unidos y el espectáculo pudo continuar, tanto dentro del edificio como en las pantallas gigantes situadas para su disfrute gratuito en la plaza del Lincoln Center y en Times Square.
Sin embargo, no todo fue armonía en la noche de apertura. Frente a la ópera, al otro lado de Broadway y rodeadas de barricadas policiales, cientos de personas que representaban a grupos judíos ondearon pancartas y corearon lemas para protestar contra los planes del Met de escenificar la ópera de John Adams, The Death of Klinghoffer, de 1991.
Los manifestantes —muchos de los cuales admitieron no haber visto la ópera— afirmaron que glorifica a los terroristas y alimenta la animosidad antisemita. El Met accedió hace varios meses a cancelar una emisión en alta definición de la obra, pero sigue adelante con los planes de representarla a fines de este año.