Muchas empresas antes de la pandemia se dieron cuenta de que algo tenían que cambiar, pero no sabían qué o cómo llevar a cabo este cambio. “Realmente muchas empresas estaban haciendo intentos, pero todos estos intentos se daban alrededor de hacer más de lo mismo y qué más darle al colaborador de lo conocido, vs realmente pensar fuera de la caja y desarrollar un modelo de negocio nuevo con nuevas formas de trabajo y entendiendo cómo suma cada colaborador y qué requiere para ello”. La pandemia llegó de forma inesperada y como un gran filtro por el que muchas empresas hoy ya no existen, no obstante, de acuerdo con Angélica Papadam Adam, Socia Cofundadora y Directora de Transformación en B2V SinFronteras, hay un gran número de organizaciones que no tienen claro su propósito organizacional o que no están trabajando en función de un propósito, simplemente, lo que de entrada les resta claridad para ir en busca de qué es lo que deben cambiar para mejorar su desempeño.
El propósito es la razón permanente de existir y sirve a la empresa como guía para definir sus valores, desarrollar su cultura, y orientar sus decisiones estratégicas cotidianas. Haciendo un cálculo apretado, en números redondos podríamos decir que quizá un tercio del total de las empresas es probable que tengan claro este propósito y ya están alineando toda su estrategia, cultura y estructura en torno a este concepto; esta cifra inevitablemente arroja que dos terceras partes, un 66% de las empresas, aun no tienen claro este concepto. También hay otras empresas que aún están viviendo el duelo de que el propósito que tenían hoy ya no es vigente, relevante o suficiente; es importante vivir ese duelo, pero las circunstancias hacen que sea necesario darle la vuelta a la hoja e ir a lo que sigue, lo cual no es tan fácil y menos cuando estamos hablando de gente y de estructuras montadas y operadas por gente.
En 2020 una de las mayores preocupaciones de un CEO era justamente cómo llevar adelante una transformación digital exitosa, y uno de los motivos más importantes por el cuál ésta fracasaba, era por no trabajar con la gente en esa transformación o por no contar con el talento adecuado. Lamentablemente todavía en muchísimas empresas el tema del Capital Humano lo siguen viendo como un gasto y no como una inversión; en tecnología invierten millones y millones, pero dicen “luego vemos qué hacemos con la gente”. Al hablar de bienestar y felicidad en las organizaciones, temas que son tendencia hoy en día en el contexto organizacional, es preciso preguntarse si con eso se mejora el valor de la marca, ya que hoy después de la pandemia el porcentaje de los trabajadores que están comprometidos con la marca empleadora ronda entre el 25 y el 30%; antes de la pandemia era el 35%, el número más bajo de los últimos 50 años. Lo cierto es que se hacen muchos esfuerzos en materia de bienestar, salud y vida equilibrada, pero no se está escuchando lo que realmente necesita cada uno, se están tomando decisiones como organización, pero el mundo está cambiando y cada vez más se va a tender a hacer contratos uno a uno con la gente.
¿Qué es la agilidad en las empresas? Habitualmente en las empresas Agilidad se confunde con Rapidez. Agilidad no es ir más rápido. Agilidad es tener muy en claro qué tengo que hacer para dar resultados continuos. Esto implica una transformación cultural enorme. El punto es que no pueden estar todas las decisiones concentradas en el CEO o en los Directores de la Organización. Es imprescindible dotar a la gente para lo que tenemos que poner objetivos y permitirles ver cómo llegar al mismo, cuál es el mejor camino. Es una transformación cultural, organizacional y de enfoque de los recursos. “Agilidad es una transformación de la forma de hacer negocios donde la gente tiene que hacerse cargo”.