La ciudad china de Wuhan, cuna de la pandemia del coronavirus, finiquita a partir de este miércoles casi 11 semanas de cuarentena, aunque los ánimos de sus residentes están divididos entre las ganas de marcharse y quienes temen que otras ciudades pongan trabas a su llegada.
«Las medidas de control y prevención de la epidemia siguen siendo una prioridad y la gente debe seguir alerta», afirmó este martes el funcionario local Hu Shuguang a la cadena estatal CGTN.
Según Hu, Wuhan ha logrado salir del hoyo en el que se encontraba hace dos meses y la situación no deja de mejorar: desde el 18 de marzo, la ciudad sólo ha confirmado dos casos de coronavirus en dos días separados.
«Que no haya nuevos casos no significa que haya cero riesgos en Wuhan. Las tareas de prevención y control siguen siendo críticas», acotó.
Y mientras algunos viajeros comienzan a preparar sus equipajes para salir, otros se lo han pensado dos veces y han decidido no viajar en este periodo.
«Tengo miedo de que gente de otros sitios en China no nos acepten como antes», comenta una trabajadora china del sector de las relaciones públicas que prefiere permanecer en el anonimato.
El recelo de grandes ciudades como Beijing, Cantón o Shanghái respecto a los wuhaneses tiene su explicación: «Creo que es comprensible hasta cierto punto. El virus se descubrió primero en Wuhan. Claro que nos gustaría volver, pero sólo si somos bienvenidos. Esta situación es dolorosa, y lo último que queremos son más problemas», concluye la joven.
Los contagiados «activos» continúan disminuyendo y suman mil 242 casos, de entre los cuales hay 211 en estado grave (181 de ellos, en Wuhan), mientras que las autoridades chinas siguen preocupadas por el continuo goteo de positivos detectado en viajeros chinos procedentes del extranjero y que hoy sumó 32 nuevos casos.