La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurológico crónico, neurodegenerativo e invalidante que padecen más de 160.000 personas en nuestro país, en hasta un 10% de los casos en fase avanzada. Una enfermedad que, caracterizada por un deterioro tanto cognitivo como, sobre todo, del movimiento, tiene su origen en la destrucción progresiva de las neuronas pigmentadas de la sustancia negra cerebral. Y una enfermedad cuyo diagnóstico precoz es, en la inmensa mayoría de los casos, inviable. No en vano, la falta de biomarcadores específicos hace que la enfermedad solo pueda ser detectada cuando el paciente ya presenta unos síntomas motores evidentes. Sin embargo, esta situación podría cambiar radicalmente en un futuro próximo. Y es que investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Juntendo en Tokio han hallado una manera rápida y muy, muy sencilla de diagnosticar el Parkinson de forma temprana. Y para ello tan solo habría que ‘tomarse un café’.
Concretamente, el estudio, publicado en la revista «Neurology», muestra que, a igual consumo de café, los pacientes con párkinson presentan unos niveles significativamente menores de cafeína en sangre que las personas sin la enfermedad. En consecuencia, el análisis de la concentración de cafeína en sangre podría ser utilizado para detectar rápidamente la enfermedad, incluso en aquellos casos en los que aún no se han manifestado los síntomas.
Como explica Shinji Saiki, director de la investigación, «algunos trabajos previos han mostrado una asociación entre la cafeína y un menor riesgo de desarrollo del Parkinson, pero la verdad es que no sabíamos demasiado sobre cómo se metaboliza la cafeína en las personas con la enfermedad».
En definitiva, la evaluación de la concentración de cafeína –o de sus metabolitos– en sangre podría resultar muy útil para, por fin, detectar la presencia del Parkinson no ya solo en las fases iniciales de la enfermedad, sino incluso antes de que los síntomas aparezcan.