Hidrógeno, el futuro de los combustibles

Un expreso transeuropeo como el ambientado en el disco homónimo del conjunto alemán Kratfwerk (Trans Europa Express, 1977) alude al sistema ferroviario del viejo continente de la época. Escucharlo genera la imagen de un paseo veraniego por paisajes boscosos, quizá como los de Baja Sajonia, en el noroeste alemán, donde a finales del próximo año se prevé poner en marcha el primer tren de pasajeros impulsado por hidrógeno.

Hace algunas semanas, el Coradia iLint —fabricado por la francesa Alstom— fue presentado en la Feria de Comercio Internacional de Tecnología del Transporte en Berlín, Alemania, si bien el “hidrotren” es similar a otros modelos en su velocidad y diseño, será el primer tren “cero emisiones” en el mundo, puesto que su único remanente es agua. Su sistema de tracción emplea celdas de combustible que generan electricidad mediante la combinación de agua y oxígeno, un proceso químico llamado electrólisis.

Con una histórica tradición en el desarrollo y empleo de trenes, Alemania parece ser el epicentro ideal para inaugurar ese hito en la historia de la movilidad y transporte, pero además adquiere un significado mayor tomando en cuenta que este país europeo no sólo ha tomado el riel de las energías renovables para su futuro, sino además prevé el uso del hidrógeno y celdas como una de las opciones clave para lograrlo.

Sea con ésta u otra tecnología, para los alemanes el objetivo es claro: en 2050 toda su infraestructura de transporte terrestre debe ser impulsada por energías renovables. Emplearán la tecnología más desarrollada y competitiva para entonces, quizá sea la eléctrica que se desarrolla desde hace algunas décadas, quizá las celdas de hidrógeno, quizá ambas.

Como sea, este plan está enmarcado desde hace algunos años en el proyecto de “electromovilidad” desarrollado por Alemania, a través de su Ministerio de Transporte e Infraestructura Digital, que ya se prepara para el incremento en la demanda de transporte, a la vez que buscará reducir su consumo de energía, que para 2050 alcanzaría un 40 por ciento.

Para ello, las estrategias son diversas, desde un mayor desarrollo de infraestructura para bicicletas, hasta el impulso de camiones y trenes con tecnología de hidrógeno. Esta última significa “una opción a mediano y largo plazo” para alcanzar estas metas, señala Joachim Hugo, especialista del Ministerio de Transporte e Infraestructura Digital. Aún no resulta económicamente viable este tipo de tecnología, sin embargo, la dependencia de gobierno tiene como tarea lograrlo. Otros ministerios, como el de Economía o Investigación, realizan su parte para traer esa tecnología del futuro lo más rápido posible al presente.

“El problema con estas celdas no es del todo técnico, el Coradia iLint demostró que es posible mover un tren de 80 toneladas; sin embargo, hay que hacer competitiva esta tecnología para que desarrollar camiones de 40 toneladas, por ejemplo; por ello se necesita realizar más investigación tecnológica”. En el corto y mediano plazo, la competitividad de las celdas de hidrógeno dependerá de la eficiencia de la electrólisis que se logre en el laboratorio y escale a nivel industrial. De forma ideal, el hidrógeno empleado provendría de los excedentes de producción de energía fotovoltaica y eólica, de cuya obtención Alemania es un referente en Europa.

En 2006, Alemania lanzó un programa nacional de innovación de pilas de hidrógeno, que desde entonces y hasta 2015 fue financiado con 1.4 mil millones de euros en una cofinanciación con la industria. En su segunda etapa, prevén un monto de financiamiento similar a lo largo de la próxima década.

“Con este tipo de programas buscamos que, a más tardar en 2050, nuestra matriz energética se componga en un 100 por ciento de energías renovables”, refiere Joachim Hugo. Esto no incluye el transporte aéreo ni marítimo, que supone otros retos para el futuro.

El especialista refiere que aún no saben cuál será el papel en porcentaje que juegue el hidrógeno para alcanzar la meta de 2050, no obstante prevén que será importante. “No sabemos cuáles serán las tecnologías que se impondrán en el futuro, así que la meta la alcanzaremos de manera abierta, con diferentes tecnologías para tener ese desarrollo. Sin embargo, tenemos claro el objetivo de que, con excepción de tráfico aéreo y marítimo, nuestro transporte será electrificado para entonces”.