«Para todo mal, mezcal, y para todo bien, también», dice un famoso dicho que no se equivoca, pues se trata de una bebida alcohólica muy noble y con un sabor delicioso que tiene una historia ancestral.
Si algo que tenemos en común con franceses, ingleses y alemanes es el profundo amor que sentimos por el mezcal mexicano. Este destilado de ágave ha conseguido en los últimos años desplazar al tequila y convertirse en nuestra estrella más internacional. ¿Cuál es el secreto?
Para el Chef Toño Sánchez, responsable de la cocina de Conejo En La Luna -restaurante y mezcalería en Teotihuacán, Estado de México, que apuesta por una producción y comercios justos de la bebida- la versatilidad del mezcal ha ayudado a que alcance fama mundial.
“Puedes tomarlo a besos, poco a poco, y acompañarlo únicamente de sal de gusano o puedes también crear una impresionante variedad de cocteles para los paladares menos acostumbrados al fuerte sabor del alcohol”, sugiere.
El mezcal se ha convertido así en el mejor acompañamiento no solo para una deliciosa barbacoa de borrego que nos ayude con la ‘crudita’ de los domingos, sino también para platillos más internacionales como el ratatouille francés, el ‘baba ganush’ libanés o el cocido madrileño.
A diferencia del tequila, el mezcal se puede destilar con hasta 20 tipos de maguey, por lo que el proceso de producción y el toque personal de cada maestro marcan el sabor de cada botella. Oaxaca y Puebla son los estados más conocidos, pero, sin denominación, también se realiza en San Luis Potosí, Guanajuato o Estado de México.
Actualmente, el mezcal cuenta con Denominación de Origen, que protege la producción de esta bebida en los estados de Oaxaca, Durango, Guanajuato, Guerrero, Michoacán, San Luis Potosí, Puebla, Tamaulipas, Zacatecas, Aguascalientes, Morelos y Estado de México. En este contexto, México es el primer productor de mezcal en el mundo, siendo Oaxaca el estado en el que se elabora el 87% del volumen total.
¿Y tú? ¿Sabes apreciar un buen mezcal?