A partir del residuo orgánico, especialistas del IPN diseñaron un biofiltro que remueve hasta 97 por ciento de concentración del cromo, material tóxico usado para el curtido de pieles en Guanajuato.
Especialistas del Instituto Politécnico Nacional diseñaron un biofiltro, a partir de cáscaras de naranja, para remover el cromo -metal cancerígeno y tóxico- de las aguas residuales de León, Guanajuato.
En el proceso de curtido de pieles, actividad con gran presencia en la región, se usan polvos de cromo, los cuales los productores estaban acostumbrados a desechar al drenaje las aguas residuales generadas en este proceso hasta que el gobierno lo impidió, pero la necesidad de tratarlas quedó latente.
Por esta razón, el investigador José Alfredo Hernández desarrolló un biomaterial que remueve hasta el 97 por ciento de dicho material pesado de las aguas.
Para desarrollar la tecnología, primero se limpian los desechos de la naranja; después se muele y se le aplican solventes orgánicos para extraer antioxidantes de la corteza que no son necesarios en el proceso; posteriormente el producto molido se lava y seca resultando en un polvo que ejerce la labor de un biofiltro.
Para poner el material a prueba, Hernández usó agua con diversas concentraciones de polvo de cromo y el resultado fue una remoción de hasta 97 por ciento del material pesado; esto puede variar dependiendo de la cantidad de polvo se aplique.
Una de las ventajas que tiene este proceso es la reducción de precios para los productores de artículos de piel ya que el cromo removido de las aguas residuales puede ser reutilizado.
Ahora el investigador se dispone a tomar muestras de éstas en las distintas fases del proceso de curtiduría para analizar el comportamiento del biofiltro.
Por el momento, los resultados que obtuvo la tecnología desarrollada por el especialista fueron suficientes para cumplir con la Norma Oficial Mexicana que establece un nivel específico de concentración de cromo en las aguas residuales.