El país tiene poblaciones de mantarrayas o mantas gigantes cerca de sus costas e islas del Océano Pacífico, por ejemplo, en las Islas Revillagigedo, por lo que es un lugar clave para la conservación de este animal marino que llega a medir hasta siete metros de longitud, ya que un nuevo estudio científico multinacional ha demostrado que esos animales son locales y no viajeros, como antes de pensaba. Ésta es una de las conclusiones del estudio encabezado por Joshua Stewart, del Instituto Scripps de Oceanografía, en el que participa el mexicano Octavio Aburto.
El estudio identificó cuatro poblaciones diferentes de mantarrayas localizadas en cuatro puntos diferentes del Océano Pacífico, separados por más de 13 mil kilómetros. A esos individuos los marcó y siguió durante seis meses por medio de transmisores satelitales e hizo estudios genéticos y de isótopos presentes en sus tejidos, así concluyó que los animales son muy locales, viven alrededor de formaciones conocidas como montes marinos e islas oceánicas.
El significado del hallazgo es que los seres humanos que viven cerca de los lugares donde hay mantas gigantes son estratégicos para la conservación de esta especie, pues es difícil que se desplace a otras regiones en busca de alimento. El estudio y sus resultados fueron publicados en la edición más reciente de la revista científica Biological Conservation.
La mantarraya puede vivir más de 40 años y llega a medir hasta 7 metros de punta a punta de sus aletas. Pasa la mayoría de su vida en ambientes oceánicos muy remotos, como son los montes marinos e islas oceánicas, dedicando su tiempo a buscar su alimento, pequeños organismos flotantes conocidos como plancton.
El departamento de comunicación del Instituto Scripps de Oceanografía explicó que tradicionalmente se pensaba que la manta gigante realizaba migraciones épicas, sin embargo, de acuerdo con el nuevo estudio, parece que se trata de un organismo muy local.
Para entender mejor los viajes de la manta gigante, los investigadores les colocaron aparatos de seguimiento satelital y tomaron muestras de músculo a animales de cuatro sitios en el Océano Pacifico, separados por más de 13,000 kilómetros, para averiguar si las pequeñas agregaciones de manta gigante estaban realmente conectadas formando una gran red de subpoblaciones.
Utilizando la información satelital, que incluye cerca de seis meses de información de los movimientos de la manta gigante, junto con información genética y de isótopos estables obtenida del músculo de los organismos, los investigadores encontraron que las manta gigante permanecían cerca del sitio donde se encontraban al iniciar el estudio, y son subpoblaciones con información genética muy distinta, es decir, con muy poca conectividad entre regiones.
“Estos animales están mostrando un increíble nivel de residencia, si lo comparamos con lo que esperábamos respecto a sus migraciones” informó el candidato a doctor en ciencias de Scripps Joshua Stewart, investigador en Scripps, en el Programa Marino del Golfo de California y autor principal de la investigación. “En algunas ocasiones las mantas sí realizan viajes largos, sin embargo, la regla es permanecer cerca. Esto significa que cualquier población de manta gigante es altamente susceptible a la pesca y otros impactos provocados por el hombre, pero también que al ser poblaciones locales son más fáciles de proteger.”
Las poblaciones de manta gigante y otras especies similares disminuyen cada vez más a nivel mundial debido al consumo de sus agallas, utilizadas en la medicina tradicional china, y a la pesca accidental.