El gobierno egipcio se ha propuesto la tarea de adentrarse en las pirámides del Antiguo Egipto con una nueva tecnología cuya finalidad es llegar a aquellas salas y cámaras que puedan estar ocultas y enterradas en las arenas del tiempo.
Auque muchas de las pirámides han escondido sus secretos durante 4.500 años, la nueva técnica, basada en los rayos cósmicos y cuyo funcionamiento se parece al de los rayos X, podría ser la herramienta definitiva para desnudar el interior de las pirámides.
La primera pirámide que ha desvelado sus secretos ha sido la Pirámide Acodada o Romboidal, (también conocida como Pirámide sur de Dashur), una de las más antiguas de Egipto y caracterizada por sus peculiares líneas curvadas.
Allí, los investigadores han podido adentrarse en las profundidades del monumento funerario y explorar, por primera vez, la estructura de la segunda cámara. El principal resultado obtenido es que han podido descartar que hubiera una cámara oculta en las proximidades.
El monumento funerario de la Pirámide sur de Dashur alcanza una altura de 105 metros y está situado a 40 kilómetros al sur de El Cairo. Al parecer, fue construida por orden del faraón Seneferu, el padre de Jufu (conocido comúnmente como Keops).
Los trabajos comenzaron en diciembre de 2015, cuando un equipo de científicos de la Universidad de Nagoya (Japón) montó una instalación en la cámara inferior del complejo, que consistía en una plataforma de placas de aluminio y varias películas sensibles a los rayos cósmicos.
Ya en enero de 2016, tras dejar las películas allí durante 40 días, los investigadores recogieron la instalación y se llevaron las películas de vuelta a Japón. De vuelta en sus laboratorios, los científicos pudieron medir los impactos de los rayos cósmicos. En total, trazaron el paso de 10 millones de muones, unas partículas que se originan en las partes altas de la atmósfera cuando los rayos cósmicos procedentes del espacio colisionan con las partículas allí presentes y generan una cascada de reacciones nucleares.
Toda esa información, tras ser tratada por complejos sistemas estadísticos e informáticos, le permitió a los investigadores descartar la posibilidad de que hubiera alguna otra sala en las proximidades de la cámara inferior.