Otra Tierra, a 16 años luz

Planet Gliese 832c

El sistema Gliese 832, a tan solo 16 años luz de nosotros, en la constelación de Grus (La Grulla), se dio a conocer al gran público en 2009, cuando los astrónomos descubrieron que alrededor de la estrella giraba un planeta similar a un Júpiter frío, Gliese 832 b. Cinco años después, apareció en el vecindario otro mucho más prometedor, una súpertierra a la que se le adjudicó la letra c y que fue incluida en el catálogo de mundos fuera del Sistema Solar que podrían ser habitables.

Gliese 832 es una enana roja y tiene un poco menos de la mitad de la masa y el radio de nuestro Sol. El planeta b, un gigante de gas, con una masa de 0,64 veces la de Júpiter, orbita alrededor de la estrella a una distancia de 3,53 UA (Unidad Astronómica, equivalente a la distancia del Sol a la Tierra), mientras que c parece ser un mundo rocoso, alrededor de cinco veces más masivo que la Tierra, que reside muy cerca de la estrella, a sólo 0,16 UA.

Ahora, un equipo de astrónomos de la Universidad de Texas en Arlington (EE.UU.), cree que en el vasto espacio entre esos dos planetas conocidos puede haber otros. Lo explican en un artículo publicado en la revista arXiv.

El equipo de Suman Satyal ha llevado a cabo simulaciones numéricas para comprobar la posibilidad de la existencia de otros cuerpos celestes alrededor de la enana roja. Gliese 832b y Gliese 832 c fueron descubiertos indirectamente por la técnica de velocidad radial, basada en el efecto Doppler. Consiste en medir en la luz de la estrella la huella de los cambios causados en su movimiento por la atracción gravitatoria entre ella y un planeta. Los investigadores utilizaron estos datos como condiciones iniciales para comenzar sus simulaciones.

Los cálculos del equipo revelaron que un planeta similar a la Tierra puede residir a una distancia que oscila entre 0,25 y 2,0 UA de la estrella. De acuerdo con las mediciones, este hipotético mundo probablemente sería más masivo que nuestro planeta, con una masa entre una y 15 veces la masa de la Tierra. «Obtuvimos varias curvas de velocidad radial para variar masas y distancias para el planeta del medio», dicen los astrónomos