Hace 1.8 millones de años, antepasados humanos que parecían un cruce entre los simios y nosotros mismos, vivían en la garganta de Olduvai, en Tanzania. Tenían acceso a alimentos, agua y refugio a la sombra, incluso un buen número de herramientas de piedra con bordes afilados, pero, como dice un equipo de científicos de la Universidad de Rutgers, “su vida no era un picnic”. En realidad, ese paraíso primitivo era «muy estresante, ya que estaban en competencia continua con los carnívoros por su comida». Por primera vez, los investigadores han reconstruido un hábitat humano de nuestros primeros tiempos, y este es el resultado. Seguramente era muy hermoso pero, tras conocerlo, se sentirá mucho más contento de haber ido esta mañana a la oficina. Al menos, tiene muchas menos probabilidades de ser devorado por un león y muchas más de tener algo que llevarse a la boca a la hora de comer sin jugarse el cuello en el intento.
Durante años de trabajo, el equipo de Gail M. Ashley, profesora en el Departamento de Ciencias Terrestres y Planetarias en la Escuela de las Artes y las Ciencias de Rutgers, ha tratado de recrear cuidadosamente un paisaje humano temprano, utilizando plantas y otros elementos de prueba recogidos sobre el terreno. Esta reconstrucción permitirá a los científicos conocer mejor cómo eran esos primeros humanos, cómo vivían, de qué se alimentaban y cómo se comportaban.
La investigación se centra en el sitio de Olduvai, descubierto por la famosa paleoantropóloga Mary Leakey en 1959, quien encontró en el lugar miles de huesos de animales y herramientas de piedra. El lugar es excepcional, ya que una gran erupción volcánica depositó una capa de ceniza que cubrió el área por completo y permitió preservar los huesos y la materia orgánica. Ashley lo compara al evento de Pompeya. Ella y otros científicos han realizado excavaciones exhaustivas en la zona en la última década, recogiendo numerosas muestras de suelo para estudiarlas mediante el análisis de isótopos de carbono.
Como resultado, los científicos creen que ese paisaje primitivo tenía un manantial de agua dulce, pantanos, bosques y pastizales. «Fuimos capaces de ubicar dónde estaban las plantas en el paisaje con respecto a dónde fueron encontrados los humanos y sus herramientas de piedra», dice Ashley. «Esto nunca se ha hecho antes. Lo logramos analizando los suelos en un lecho geológico, y en ese lecho había huesos de dos diferentes especies de homínidos.