El agua que abastece a la Ciudad de México es proveída por el Sistema Cutzamala en un 40 por ciento y registra muy buena calidad, pero el 60 restante proviene de pozos que tienen sus propios mecanismos de filtrado y tratamiento.
Además, el proceso de distribución para llegar a cada casa pasa por cisternas o tinacos en los que empieza a degradarse, contaminándose incluso de bacterias, por lo que la mayoría de los consumidores no lo ingiere.
Es así que a fin de medir la calidad del agua potable de los hogares capitalinos, un grupo interdisciplinario de investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) creó un dispositivo que permite al usuario saber si el líquido es o no bebible.
El instrumento es de alta tecnología, fácil empleo, bajo costo y respuesta rápida, por lo que la UAM ya solicitó su registro de patente.
Eugenio Gómez Reyes, profesor del Departamento de Ingeniería de Procesos e Hidráulica de la Unidad Iztapalapa, refirió que el agua en la Ciudad de México no registra condiciones excelentes, ya que contiene manganeso, fierro y gran cantidad de sales, así como conductividad muy alta.
El especialista citó como ejemplo al agua disponible en la delegación Iztapalapa, donde no es potable, por lo que tampoco puede beberse de manera directa del suministro público.
Comentó que aun cuando en las otras delegaciones es adecuada la calidad, 95 % de los habitantes toma agua embotellada y sólo 5% utiliza el de la tubería a través de filtros.
Mencionó que el dispositivo, diseñado por la red de estudios del agua de la UAM inspecciona a través de sensores, los parámetros que determinan las condiciones físicas -turbidez y coliformes fecales- y de satisfacción –temperatura y pH– del vital líquido.
El aparato no mide los 46 parámetros indicados en la norma oficial, “pero sí los cinco básicos que nos darán un cálculo de cómo está la calidad y si tenemos señales de que alguno de ellos no está en el reglamento correcto, es una advertencia para desarrollar una examinación completa“, puntualizó el investigador universitario.
El prototipo posee un sistema central de procesamiento que a partir de una muestra mide temperatura, pH (nivel de acidez), conductividad eléctrica, turbidez y la presencia de bacterias patógenas.
Con esas cuantificaciones, el microcontrolador efectúa una comparación con el rango de concentración establecido en la norma de agua potable, para avisar al usuario por medio de un led de color verde si el fluido está dentro del rango saludable y rojo en caso contrario.
Los datos registrados, así como la fecha y la hora de medición, son almacenados en la memoria del dispositivo y recuperados por medio de un protocolo de comunicación –vía Bluetooth–, que permite transferir el contenido al activar una aplicación a un celular con sistema Android para transmitirlo –junto con la posición GPS del teléfono– a un servidor.
Así el usuario puede consultar los resultados para conocer las condiciones locales del bien. Otras ventajas del instrumento son el diseño compacto y portátil, pues es el único equipo para tal efecto del tamaño de un teléfono móvil que mide estos parámetros y ofrece una respuesta casi instantánea, 33 segundos.