Un grupo de investigadores desarrolló un horno solar tipo caja optimizado, es decir, una estufa que funciona con la energía del Sol y cuya novedad consiste en tener un diseño opto-geométrico que le permite ser operada en cualquier latitud, durante todo el año y evitar frecuentes ajustes de los reflectores, en el Instituto de Energías Renovables (IER) de la UNAM
“Diseños hay muchos, por eso la idea de éste, cuya patente ya fue otorgada por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, es contar con un dispositivo que sea versátil, que se maneje de forma sencilla y segura”, explicó uno de sus creadores, Óscar Alfredo Jaramillo Salgado.
Para mejorar la captación de energía, las estufas y hornos solares utilizan espejos que redireccionan la radiación hacia el interior de la caja. Empero, debido al movimiento aparente del Sol durante el día, requieren ajustes constantes en su orientación y, por lo tanto, que el usuario esté al pendiente del manejo del dispositivo, lo cual desincentiva su utilización en la mayoría de las ocasiones.
Ante ese inconveniente, Jaramillo Salgado y sus colaboradores desarrollaron un horno lo suficientemente versátil para no tener que hacer tantos ajustes a lo largo del día, y ni siquiera del año, para captar la energía requerida para la cocción.
Así, idearon la optimización de su geometría, que permite diferentes posicionamientos. Cuenta con una caja doble: una interior, con un sistema de aislamiento, donde se cocinan los alimentos, y una en la parte externa o carcasa, así como con un espejo transparente con una ligera inclinación para captar mejor la radiación. Al aumentar el almacenamiento de energía, también se incrementa la temperatura.
El horno (de 60 por 80 centímetros, con una profundidad de 50 centímetros) fue fabricado en acero inoxidable, considerando preferentemente la durabilidad a la intemperie; no obstante, es costoso. “En la siguiente etapa se pretende buscar materiales que sean más accesibles, como aluminio”.
Este desarrollo, que también puede utilizarse para la esterilización de material quirúrgico de uso veterinario, deberá tener un costo competitivo, es decir, no superar los 700 u 800 pesos.
Una vez otorgada la patente a sus creadores, Óscar Jaramillo, Guadalupe Huelsz Lesbros, Gabriela Hernández Luna y Jesús Antonio del Río Portilla, todos integrantes del IER, se puede hacer la transferencia tecnológica, por licitación o venta de la patente.