¿Nacerán algún día bebés exentos de cualquier enfermedad genética, como en una película de ciencia ficción? Genes portadores de una enfermedad cardiaca hereditaria fueron modificados en embriones humanos con éxito por primera vez gracias a una técnica que genera tantas esperanzas como problemas éticos.
Esta investigación fue publicada el miércoles en la revista Nature. Aunque está aún en una fase muy preliminar, abre potencialmente la vía a grandes avances en el tratamiento de las enfermedades genéticas.
Sin embargo, plantea serias cuestiones éticas dignas de Un mundo feliz, de Aldous Huxley, ya que esta técnica podría, en teoría, ser utilizada para producir bebés genéticamente modificados con la finalidad de elegir el color de su cabello o aumentar su fuerza física.
La investigación sobre los embriones humanos cuenta con una regulación estricta y no se trataba de implantar los utilizados en el estudio en el útero de una mujer para dar comienzo a un embarazo. Por esto, los científicos no los dejaron desarrollarse más de unos días.
Este método, que necesita aún más investigaciones, «puede potencialmente servir para prevenir la transmisión de enfermedades genéticas a las futuras generaciones», afirmó durante una conferencia de prensa telefónica una de las autoras del estudio, Paula Amato.
Sin embargo, esta perspectiva está lejos todavía. «Antes de los ensayos clínicos, serán necesarios investigaciones complementarias y un debate ético», precisó Amato.
La investigación se realizó en la Universidad de Ciencias y de la Salud de Oregon en Estados Unidos por científicos estadunidenses, chinos y surcoreanos. La herramienta utilizada es la técnica Crispr-Cas9, gran hallazgo que se dio a conocer en 2012.
Se basa en una enzima que actúa como tijeras moleculares, las cuales pueden retirar partes no deseables del genoma de forma muy precisa para remplazarlas por nuevas partes de ADN, un poco como cuando se corrige una errata en un procesador de texto.
El equipo de investigadores utilizó esta herramienta revolucionaria para corregir, en embriones humanos, el gen portador de la cardiomiopatía hipertrófica (mutación que produce un aumento del grosor de las paredes del corazón), enfermedad hereditaria que puede provocar la muerte súbita, especialmente durante la práctica de deporte.
Los investigadores realizaron una fecundación in vitro de ovocitos femeninos normales por espermatozoides portadores del gen defectuoso. Al mismo tiempo que el esperma, los científicos introdujeron las herramientas de edición genética.
El objetivo: cortar el ADN defectuoso para provocar su reparación.
El resultado fue indiscutible. pues 72 por ciento de los embriones (42 de 58) fueron corregidos, mientras esta tasa habría sido de 50 por ciento sin las famosas tijeras genéticas (de manera natural, los embriones habrían tenido una posibilidad de dos de heredar un gen sano).
«Estas herramientas pueden mejorarse para llegar a una tasa de éxito de 90 por ciento incluso de ciento por ciento», predijo otro de los autores del estudio, Shukhrat Mitalipov, de la Universidad de Ciencia y Salud de Oregon.
En 2015, se llevó a cabo una experiencia similar en China, pero con resultados menos concluyentes. El fenómeno de «mosaicismo» (presencia simultánea de genes sanos y defectuosos en el embrión) no pudo impedirse, lo que sí lograron los científicos del nuevo estudio. “La cuestión más debatida será la de saber si el principio mismo de modificar los genes de un embrión in vitro es aceptable”, analizó un experto independiente, el profesor Darren Griffin, de la Universidad de Kent, citado por el Science Media Centre.
Ahora bien, según él, “otra interrogante debe entrar en el debate: ¿Es moralmente justo no actuar si tenemos la tecnología para prevenir estas enfermedades mortales?
En diciembre de 2015, un grupo internacional de científicos reunidos por la Academia Estadunidense de Ciencias (NAS), en Washington, consideró que sería «irresponsable» utilizar la tecnología Crispr para modificar el embrión con fines terapéuticos mientras los problemas de seguridad y de eficacia no se hayan resuelto.
Sin embargo, en marzo, la NAS y la Academia Estadunidense de Medicina estimaron que los avances en este ámbito «abrían posibilidades realistas que merecían serias consideraciones».
Durante el trabajo de «reparación», que podría constituir un hito para evitar enfermedades congénitas, no se dañó ningún otro elemento genético, destacó el equipo de investigadores encabezado por Shoukhrat Mitalipov.
De esta forma, sería la primera vez que se consigue corregir una enfermedad hereditaria en numerosos embriones humanos sin introducir errores adicionales en el genoma.
Los investigadores inyectaron espermatozoides de un hombre con la mutación genética en un óvulo junto con la técnica de edición genética Crispr-Cas9, que debía cortar la doble cadena del gen en el lugar de la mutación. El resultado: casi tres cuartas partes (72.4 por ciento) de los 48 embriones utilizados en el estudio dejaron de tener la mutación patológica.
En general, los embriones se desarrollaron con normalidad, «pero hay una clara necesidad de garantizar que esta técnica no tendrá otras repercusiones dañinas para el embrión en desarrollo y su genoma», escriben Nerges Winblad y Fredrik Lanner, del Instituto Karolisnka de Estocolmo en un comentario en Nature.
De este logro se dio un avance hace unos días por la publicación Technology Review, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, aunque los detalles no se publicaron hasta este miércoles en la revista Nature.
Los sistemas Crispr-Cas9 son unos mecanismos de defensa de las bacterias frente a los virus. Las primeras utilizan unas herramientas llamadas Crispr para localizar los genes introducidos por los virus y los cortan con las proteínas Cas9.
El funcionamiento de dicho mecanismo fue descubierto por el biólogo español Fracisco Martínez Mojica y en 2012 la investigadora francesa Emmanuelle Charpentier y la estadunidense Jennifer Doudna consiguieron reproducirlo artificialmente.
La modificación genética de embriones humanos es fuente de un intenso debate ético a escala internacional. El presidente del Consejo Ético alemán Peter Dabrock criticó con dureza el reciente trabajo y habló de «promesas de curación poco serias».
Sin embargo, la experta en ética médica Claudia Wiesemann, de la Universidad de Göttingen, consideró que el estudio muestra que la técnica podría ser practicable en determinadas circunstancias, aunque debería estudiarse caso por caso la conveniencia de utilizarlo.