Enclavado en el templo de Santa Teresa la Antigua, en el Centro Histórico de la capital mexicana, se halla el Museo Ex Teresa Arte Actual, que a 23 años de iniciar operaciones se ha consolidado como uno de los recintos más importantes para las prácticas artísticas contemporáneas.
De ello dan cuenta numerosas exposiciones, instalaciones, talleres, conversatorios, ciclos de video y festivales de arte contemporáneo nacional e internacional, que desde su apertura, el 26 de mayo de 1993, han sido hospedadas en el recinto adscrito al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
Para Iván Edeza, su actual director, a poco más de dos décadas de abierto, “sorprende ver hacia el pasado y entusiasma ver hacia el futuro, imaginar qué propuesta nos van a acercar ahora los artistas de cualquier generación”.
De acuerdo con datos del INBA, también conocido como el convento de San José, el edificio que alberga hoy el Ex Teresa se destinó hace más de 300 años a la orden religiosa de los Carmelitas Descalzos, sin embargo, tras la aplicación de las Leyes de Reforma, el espacio fue cerrado para dar paso a la primera Escuela Normal, la de Odontología y luego a la de Iniciación Universitaria.
La cantidad de capas históricas que se van sumando, señaló Edeza, quien recordó que los diferentes sucesos y usos que tuvo el recinto para bien o para mal, son los que le han dado el sentido que tiene ahora.
La propia inclinación del edificio le otorga una singularidad que otros no tienen, y son los artistas quienes le dan diferentes sentidos en cada momento, agregó Edeza.
Recordó que Ex Teresa Arte Actual abrió con la particularidad de ser un espacio dirigido por artistas que se acercaron a las autoridades en busca de un lugar que propiciara la práctica contemporánea, que pocos museos consideraban hasta ese momento.
En su primer año de vida, este museo fue sede del Segundo Festival de Performance y en 1999 se realizó ahí el Primer Festival de Arte Sonoro en México, y hoy es imposible hacer una selección y afirmar qué festival, instalación o artista ha sido el más importante en el recinto.
No obstante, por su trascendencia, para este aniversario se han dado a la tarea de recopilar la historia del museo y propiciar prácticas artísticas contemporáneas que incluyan otro eje de trabajo que tiene que ver con la memoria y el documento.
Un ejemplo de ello, dijo, es la exposición “Fonema”, que se exhibe actualmente en dicho espacio, en la que el archivo es usado por los artistas para darle un resignificado, a la vez que se hace visible para la institución y los visitantes.
“Todas las revisiones y reflexiones están enfocadas hacia el 25 aniversario (dentro de dos años), queremos que sea un año donde se refresque toda esa historia y se abarque desde la práctica artística lo más amplio del espectro que sea posible, prácticas performáticas, sonoras, visuales, corporales, de sitio específico y de índole comunitario, vinculando la mayor cantidad de actores posibles, tanto de la parte teórica, práctica e institucional”, señaló.
En su opinión, “debemos pensar más los proyectos como procesos, que la gente venga y encuentre la parte previa, el proceso en sí o el vestigio de ese proceso, y al mismo tiempo que se vayan cruzando en el tiempo y el espacio.
“Otra aspiración -adelantó- es hacer una publicación que refleje la contribución de varios artistas, colaboradores y trabajadores que han estado durante estos años, aquí todo mundo contribuye y participa, sin esa colaboración no se podrían hacer esos proyectos”.