El fotoperiodista estadunidense James Nachtwey fue galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2016 tras ser considerado uno de los mejores reporteros gráficos de guerra de las últimas décadas.
El jurado encargado de la concesión del premio, que se reunió ayer y hoy en Oviedo, norte español, destacó el compromiso profesional de Nachtwey, que le ha llevado a cubrir una treintena de conflictos bélicos y crisis humanitarias sin abdicar de los principios éticos del informador ni maquillar el dictamen de la cámara.
Agregó que como lúcido testigo del sufrimiento humano, su magisterio se prolonga a varias generaciones de fotoperiodistas de todo el mundo.
James Nachtwey (Siracusa, Nueva York, 14 de marzo de 1948) estudió Historia del Arte y Ciencias Políticas en el Dartmouth College, donde se graduó en 1970.
El impacto de las imágenes de la guerra de Vietnam y del movimiento por los derechos civiles de su país fue determinante en su decisión de convertirse en fotógrafo.
Trabajó en barcos de la marina mercante y, mientras se iniciaba en la fotografía de manera autodidacta, fue aprendiz de montador de cine y conductor de camión.
En 1976 ejerció por primera vez como fotógrafo de prensa en Nuevo México y en 1980 se trasladó a Nueva York para comenzar su carrera como freelance.
Fotógrafo contratado de Time Magazine desde 1984, entre 1980 y 1985 también estuvo asociado con la agencia fotográfica Black Star. Fue miembro de Magnum (1986-2001) y en 2001 cofundó la agencia VII Photo.
Tras cuatro décadas de trabajo en zonas de guerra, campos de refugiados, ciudades arrasadas por terremotos, inundaciones o afectadas por ataques terroristas en cualquier lugar del mundo, Nachtwey es uno de los más reputados y respetados fotoperiodistas y reporteros de guerra en activo del panorama periodístico mundial.
Nachtwey ha realizado amplios reportajes fotográficos, abarcando conflictos bélicos en El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Líbano, Gaza y Cisjordania, Israel, Haití, Uganda y Chechenia.
Asimismo las ruinas que dejan los conflictos civiles (Afganistán), genocidios (Ruanda), fratricidios (los Balcanes), represión (Sudáfrica), pobreza (Sri Lanka) y la degradación ambiental (este de Europa), entre otros temas.
En total, ha recorrido más de treinta países plasmando con su cámara conflictos armados y desastres humanitarios.
Admirador de los grabados de Goya, que asegura le marcaron el camino, las fotografías de Nachtwey, mayoritariamente en blanco y negro, no rehúyen la crudeza del horror y la injusticia.
Por el contrario, desde la cercanía y el respeto, tienen el firme objetivo de provocar en el espectador una reacción ante el genocidio, el hambre, la pobreza y el sufrimiento ajeno.
Entre las imágenes de Nachtwey que se han convertido en icónicas figuran el primer plano de perfil que tomó a un joven hutu en Ruanda en 1994, cuyo rostro está atravesado por las cicatrices de los machetazos, ganadora del World Press Photo of the Year Award de ese año.