Sumar destreza manual, capacidad creativa y conocimiento matemático resulta en obras de arte. Piezas que muestran no sólo la imaginación de su autor, sino su habilidad con los números. Y, a la vez, dan cuenta de las ventajas de unificar la enseñanza académica con la artística.
Es el caso de los 11 mil niños que participaron en el programa piloto Artemáticas, que realizó la Secretaría de Educación Pública y la Fundación Diego Rivera, durante el primer trimestre del año con 350 maestros de la Ciudad de México. Un ejercicio que conjugó la imaginación con el aprendizaje teórico para construir esculturas con técnicas de cartonería.
De las dos mil 500 piezas producidas por los alumnos, se seleccionaron 23 para exhibir en el Museo San Carlos. “Es una prueba de que integrar el arte al reforzamiento del conocimiento de las matemáticas tiene grandes beneficios, es demostrar que a través de esos nuevos conductos se puede obtener mejores resultados en el aprovechamiento del niño”, refiere Diego López Rivera, director de la Fundación Diego Rivera.
El programa consistió en un sistema de sesiones a los docentes cada fin de semana en el que se les enseña, por un lado, técnicas de cartonería para hacer figuras geométricas de animales en gran formato, y, por otro, estrategias académicas para vincular estos ejercicios con la enseñanza de la curricular. Además se vincula a temas de biología, pues se trabaja con especies en peligro de extinción. El proyecto está pensado para alumnos de tercer y sexto grado de primaria, aunque se puede extender a otros niveles.
Este programa nació de una primera propuesta de la Fundación Diego Rivera con la enseñanza de la geometría. Se llamó Geometrizarte y propuso la creación de esculturas a partir del conocimiento de puntos, líneas, ángulos, planos y figuras. Luego se propuso a la SEP un método teórico-práctico que abarcara toda la materia de matemáticas. El programa piloto inició en enero pasado con 350 maestros y 11 mil niños.
“Con el proyecto de Artemáticas llevas tareas específicas que debe cumplir el plan de estudios, pero enfocado en este ámbito integral de conocimiento, entonces les creamos esos espacios de aprendizaje. El reto es encontrar formas innovadoras en el proceso de enseñanza que para el alumno haya un espacio mucho más afín a sus intereses y realidad, y aquí el maestro es el conducto principal”, apunta López Rivera quien inició en la Fundación con talleres de muralismo.