El hallazgo de una guacamaya momificada, así como restos de ropa, semillas y puntas de flechas, en una cueva del municipio de San Francisco Borja, Chihuahua, abrió una ventana en el tiempo para conocer lo que parece ser una sociedad arcaica que vivió hace aproximadamente 2 mil años.
Los materiales se van a analizar para precisar su antigüedad, pero el tipo de objetos asociados a la domesticación de plantas cultivables permite pensar que pertenecían a un pueblo en transición entre la vida nómada y la sedentaria, informó en entrevista exclusiva con Crónica el arqueólogo Emiliano Gallaga Murrieta, responsable del rescate y director de la Escuela de Antropología e Historia del Norte de México (EAHNM), del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
“¿Por qué decimos que es un grupo arcaico tardío que estaba cambiando de cazador-recolector a pueblo agricultor? Porque encontramos semillas de cinco tipos de frijoles, una calabaza y mazorcas de maíz arcaicas, con olotes muy pequeños. No tenemos material característico de otros grupos sedentarios que definitivamente ya eran agricultores”, indicó.
La cabeza de guacamaya, que parece formar parte de un arreglo funerario, quedó momificada gracias al ambiente seco y oscuro. Esto ayudó a preservar mucho material orgánico que se habría descompuesto en otras condiciones.
“Las cuevas tienen un ambiente muy constante y eso permite conservar materiales orgánicos pues en otras áreas de la misma temporalidad sólo habríamos conservado piedras. Aquí hay piel de venado, textiles, cráneos y la guacamaya, que es un hallazgo relevante que no es de ese ecosistema y seguramente provenía de 300 kilómetros al sur”, dijo el arqueólogo.
Como estos materiales estaban en un ambiente controlado, al ser extraídos corrían el riesgo de secarse rápidamente o ser contaminados con hongos, por lo cual acudió una conservadora del INAH para apoyar el rescate. Actualmente los materiales están embalados y serán enviados a la Ciudad de México para restauración y análisis.