Los murales más antiguos de la zona arqueológica de Teotihuacán hallados hasta ahora por especialistas, se encuentran en los muros del Palacio Quetzalpapálotl, ubicado al suroeste de la Plaza de la Pirámide de la Luna, los cuales aluden a la migración de personas. En ese espacio, actualmente, arqueólogos estudian los pigmentos de dichos murales y realizan análisis químicos para determinar qué prácticas rituales y sacrificiales se llevaron a cabo ahí.
La arqueóloga Verónica Ortega Cabrera destaca que el Palacio Quetzalpapálotl forma parte del complejo arquitectónico Quetzalpapálotl, uno de los espacios públicos más grandes y suntuosos del mundo mesoamericano, el cual consta de cuatro grandes áreas: el Palacio del Quetzalpapálotl —compuesto a su vez de las antesalas 1 y 2, del Patio de los pilares y de cuatro aposentos—, el Templo de los Caracoles Emplumados, el Complejo Sur y el Conjunto de los Jaguares.
“Prácticamente todos esos espacios tienen pintura mural, aunque no todos cuentan con diseños, es decir hay pintura mural que es monocromática con muros únicamente pintados de rojo o de blanco con rojo; y también hay pintura con representaciones, por ejemplo, encontramos nuevos murales en el Palacio Quetzalpapálotl: dos muros de aproximadamente 4 metros de largo por 60 centímetros de altura y el otro es de 7 metros de largo”, comenta la especialista.
Estos murales que nadie había registrado datan del año 250 d.C. al 300 d.C., es decir, son anteriores a los que decoran todo el complejo palaciego ya que esos pertenecen a años posteriores al 450 d.C.
“Estamos trabajando con los análisis, publicaremos un libro que no sólo conjunte la información arqueológica, sino también todos los datos de la pintura y del análisis de pigmentos porque en realidad no se tiene idea de cuáles utilizaron, también hemos encontrado trazas de cinabrio, así como nuevos fechamientos con estos murales hallados”, precisa la arqueóloga del Instituto Nacional de Antropología e Historia