“La inquietud me ha llevado a hacer cosas diferentes, mis obras son inigualables e irrepetibles, porque yo creo mis propios instrumentos y tengo interés en la investigación”.
Así se expresó el pintor y grabador Antonio Díaz Cortés, cuya labor dentro de las artes plásticas es reconocida con la exposición “5 décadas de trayectoria artística”, en el Salón de la Plástica Mexicana del Instituto Nacional de Bellas Artes.
Cerca de 100 obras, entre óleos, acrílicos, técnicas japonesas en papel, así como grabados en piedra, fierro, madera y vidrio, pueden ser apreciadas hasta el domingo 6 de marzo.
El artista oriundo de San Luis Potosí indicó que algunas de las piezas que se pueden observar en esta muestra retrospectiva han estado en varios museos alrededor del mundo y ganado diversos premios. Tal es el caso de Pareja de papel, con la cual obtuvo el primer lugar en la Primera Bienal de Washi Zoo-kei en México y el tercer lugar en Japón. Esta obra tiene como particularidad que utiliza fibras naturales, papel molido y cabellos del propio autor.
Díaz Cortés se define a sí mismo como una persona inquieta, virtud que le ha permitido desarrollarse en diferentes disciplinas e inventar técnicas y herramientas, como rodillos y cepillos de más de un metro de largo para hacer esfumados.
Hace algunos años, ganó una licitación para diseñar y fabricar tres tórculos y dos presas litográficas para la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, de la cual es egresado. Según Díaz Cortés, estas máquinas son capaces de imprimir sobre piedras de laja de dos a cuatro pulgadas de grosor.
“Yo nací artista”, afirmó el también investigador y académico, quien recordó que desde temprana edad dio muestras de su talento. “En la primaria hacía muchos dibujos, los cuales luego eran robados por algunos compañeros, eso era para mí un elogio”.
Mencionó que cuando cursaba la preparatoria, sus maestros le platicaron sobre una escuela de arte en la capital del país, a la que Díaz no dudó en entrar, por lo que viajó a la Ciudad de México, donde primero tuvo que dedicarse a la música para poder sobrevivir.
Señaló que después de hacer sus trámites para ingresar a La Esmeralda, se presentó ante el entonces director del INBA, el también potosino Miguel Álvarez Acosta, quien le dio empleo como acomodador de automóviles en el estacionamiento que existía en la ahora explanada del Palacio de Bellas Artes.
Agregó que esta situación, aunada a su posterior labor como docente en el Departamento de Enseñanzas Artísticas del INBA y en su alma mater, provocan que se defina así mismo como “hijo de Bellas Artes”.
Años más tarde, después de ver una exposición de arte contemporáneo japonés, Díaz Cortés decide ir a estudiar al país nipón. “Soy el único grabador mexicano que ha estado en la Universidad de Arte de Tokio, Japón, es muy difícil entrar porque hay mucha competencia. Es una escuela con mucho prestigio”.
Entre sus primeros trabajos, los cuales pueden apreciarse también en la muestra retrospectiva, se encuentran AfroAm Espera y Árbol de la vida, realizados en Estados Unidos para obtener el grado de maestría en pintura y grabado en la Universidad de Wisconsin.
Comentó que estas obras fueron realizadas a principios de los años 60, siendo el activista Martin Luther King una de sus grandes influencias, de ahí que ambas piezas retraten episodios de segregación racial.
Además de su prolífica carrera artística, Díaz Cortés ha hecho estudios para amortiguar la fuerza de impresión del tórculo para así poder grabar no solo en metal, sino también en madera e incluso vidrio.
La exhibición 5 décadas de trayectoria artística incluye un video en el que se muestra como estampar en planchas de vidrio y un pequeño tórculo.
Antonio Díaz Cortés ha presentado más de 60 muestras individuales en México y el extranjero. Varios espacios y colecciones públicas poseen obras del autor en sus acervos, como el Museo de Arte Moderno de Bogotá, la Biblioteca Nacional de Francia, la del Congreso de Estados Unidos y el Instituto de Arte de Chicago, entre otros.