Integrada por 137 obras de la autoría de 80 artistas de la plástica mexicana, la muestra «Melancolía» reflexiona en torno a la manera como ese sentir humano ha sido explicado, interpretado y representado en el arte, dejándolo ver como raíz de inspiración y creatividad artística.
Abierta al público a partir de mañana, en el Museo Nacional de Artes (Munal), de esta ciudad, la exhibición busca «exaltar las cargas afectivas evocadas en obras de importantes artistas novohispanos, modernos y contemporáneos a través de temas como el pecado, la culpa, el duelo, el desamor, la muerte, la espiritualidad, la creación y la magia”.
En rueda de prensa, Sara Baz, directora del recinto, explicó que la selección de la obra, perteneciente a cuatro colecciones particulares e institucionales, obedece a un deseo de encontrar lo profundo de la emoción de un temperamento que culturalmente ha sido tan significativo como la melancolía, un sentimiento que, sostuvo, todo el mundo ha experimentado.
Bajo la curaduría de Abraham Villavicencio, la muestra brinda entonces la posibilidad «de un encuentro emocional con lo más profundo del ser humano», subrayó Baz, al poner énfasis en que «busca exaltar las cargas afectivas evocadas en obras de importantes artistas novohispanos, modernos y contemporáneos a través de temas como el pecado, la culpa, el duelo, el desamor, la muerte, la espiritualidad, la creación y la magia”.
“Melancolía», abundó, pone de manifiesto que, además de pesadumbre, locura y miedo, este sentimiento es capaz de producir creatividad, heroísmo, intelectualidad y la búsqueda en lo profundo del ser humano.
“Repensarla de la mano de los artistas mexicanos que participan en esta muestra, es una oportunidad para reencontrarnos con raíces culturales antiquísimas que nos permiten descubrir, bajo una nueva luz, nuestro potencial de trascendencia, de salvación y de autoconocimiento”, consideró Baz.
Por su parte, Villavicencio expuso que la muestra surge de la inquietud que despierta el texto “Duelo y melancolía”, publicado por el neurólogo austriaco de origen judío y padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, en 1915.
“Por lo tanto, la muestra tiene como interés explotar las cualidades afectivas de las obras artísticas, a veces por sus temas, a veces por el uso de los materiales en que fueron realizadas; y existen continuas alusiones tanto al gesto clásico de la melancolía: el de la cabeza anguidesiente y apoyada en una sola mano”, dijo.
La muestra está conformada por cuatro núcleos temáticos, cuyo primer tema recibe el nombre de «La pérdida del paraíso», en el que se reflexiona sobre las distintas maneras como el cristianismo representó la amargura y desesperanza tras la caída de Adán y Eva, ocasionadas por la creencia en un pecado original y en la vida privada de la contemplación divina.
De acuerdo con el curador, en esta sección, se observa al melancólico deambular en sufrimiento incesante por el reproche y el autocastigo. Algunas de las piezas que conforman este núcleo son: «Rey de burlas» (Siglos XVII- XVIII), de Cristóbal de Villalpando; y «Después de la tormenta» (1910), de Diego Rivera.
“La noche del alma”, segundo núcleo, reúne representaciones artísticas que abordan las pérdidas de amor, como la muerte de los hijos para las madres, la viudez, la orfandad y los amores fallidos, que en algunas ocasiones pueden llevar al suicidio o al sinsentido.
«La cuna vacía» (1871), de Manuel Ocaranza; «Margarita arrepentida» (1881), de Felipe Ocádiz; «Retrato de Sofía» (1991), de Julio Galán; «La dama de las violetas» (1908), de Germán Gedovius; y «Bodas del cielo y el infierno» (1996), de Arturo Rivera, son algunas de las obras que componen esta selección.
Saturno, dios antiguo que personificaba al tiempo e identificado con el más sombrío de los planetas, fue considerado responsable de la melancolía.
Sus poderes cobran fuerza en «La sombra de la muerte», tercer apartado de la exposición, que a través de piezas como «María Magdalena» (ca. 1690-1700), de Juan Tinoco; «Este es el espejo que no te engaña», también conocido como «Alegoría de la muerte» (1856), de Tomás Mondragón; «Así es la vida» (1942), de Roberto Montenegro, y «Muerte y resurrección» (s.XX), de José Clemente Orozco; aborda el desengaño del mundo del que es testigo el melancólico.
En este núcleo, la muerte se convierte en su gran obsesión como fiel compañera dialéctica y necesaria de la vida.
“Los hijos de Saturno”, último núcleo de la exposición, da cabida a la idea renacentista según la cual, quienes nacían bajo los signos zodiacales de sagitario y acuario, regidos por Saturno, estarían impregnados de una sabiduría cósmica y del genio artístico; por tanto, estos individuos sobresalían entre la humanidad como ascetas, profetas, santos, místicos, poetas, artistas, filósofos y alquimistas.
Eran, añadió Villavicencio, la prueba de que la melancolía era el camino para ascender hasta la claridad del alma humana y a la mente del universo.
Entre las obras que conforman esta sección, sobresalen: «Pierrot doctor» (1898), de Julio Ruelas; «Mujer en la ventana» (1948), de Alfonso Michel; «El iluminado» (1982), de Rufino Tamayo; y «Magus» (2010), escultura de bronce hecha por Leonora Carrington.
En el marco de la exhibición se presentará un programa de actividades paralelas conformado por una sala de mediación, pláticas con especialistas, un ciclo de cine y una activación de danza. Todas actividades serán gratuitas y podrán consultarse en la página y las redes sociales del museo.