Producir pintura sin óleo ni pinceles. Es la propuesta de Sofía Táboas con la instalación “Azul extensivo”, montada en el Museo Universitario del Chopo. Un conjunto de paneles de vidrio que en la sala sur del recinto hacen líneas verticales para construir una suerte de composición pictórica. Una retórica sobre el trazo en lienzo a partir de otros soportes. Un juego visual que envuelve al espectador.
La instalación es un panel de vidrio de cinco metros por quince. Dividido en hojas de diez, 20 y 55 centímetros enmarcadas en madera, los fragmentos de cristal pintados de diferentes tonalidades de azul se despliegan por la sala. Un espacio saturado del color blanco del museo. Adentrarse en la pieza obliga a una observación pausada, alejarse del centro y volver al otro lado para apreciar una pintura tridimensional.
Me interesa justamente intervenir el lugar con un material distinto, en una saturación donde no se espera tener el vidrio. Éste no está funcionando como vidrio sino como superficie, y este cambio de función del material me interesa porque al mismo tiempo exacerba las cualidades del material como el color, la transparencia y la luminosidad”, detalla la artista sobre la pieza que se exhibirá hasta el 10 de abril del próximo año.
La arquitectura avasallante del museo generó la propia obra, apunta Táboas. En el sentido de que sus salas amplias tienen muros que no pueden ser intervenidos directamente, pero tampoco se pueden obviar. Entonces cualquier obra tiene que ser de manera sobrepuesta. “Era importante que dialogara con el espacio que lo contiene. No es solamente pensar en el muro sino que todo el cuadro está jugando con la pared; es una pieza en la que tienes que tomar distancia para mirarla y así se está considerando la totalidad del espacio como parte de la obra”.
Al hacer pintura sin los medios tradicionales, la artista plantea sacar del espacio familiar a los materiales y elementos cotidianos. En este caso fue el vidrio, pero en otros proyectos trabaja con plástico, piedras, mosaico, papel y materiales de construcción. Lo que busca es potenciar sus características. Hacer evidente las cualidades tan simples como el reflejo en el vidrio o la maleabilidad del plástico.
En Azul extensivo, Táboas propone que el vidrio con tintes de origen de fábrica puede verse como la transparencia de un líquido o la solidez del cristal. “Son materiales que están muy a la mano y el reto es ponerlos en una circunstancia que no es familiar, atípica. Usar lo conocido para ponerlo en una situación desconocida”, reflexiona quien tiene obra en colecciones como la del Museo de Arte Latinoamericano de Los Ángeles y el Museo Universitario Arte Contemporáneo de la UNAM.
Para la artista, a quien el azul la remite a un estado de reflexión, la escala monumental de la pieza es su característica central en el sentido de englobar al espectador. Enfrenta, explica, a la gente uno a uno con los vidrios, y provoca que haya un mayor acercamiento. Entrar literal a la pintura para apropiarse del espacio, del arte en un sentido figurado.
Azul extensivo se puede ver hasta el 10 de abril de 2017 en el Museo Universitario del Chopo (Dr. Enrique González Martínez 10, Santa María la Ribera).
¿Qué encontraron en el sepulcro de Jesucristo?
Como parte de los trabajos restauración en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, a finales del pasado mes de octubre varios arqueólogos iniciaron trabajos del lugar.
La investigación generó mucha polémica, ya que sepultura de Jesús había permanecida intacta por casi cinco siglos. Además, para poderla realizar se requirió la aprobación de las distintas autoridades religiosas que utilizan el templo.
Antonia Moropoulou, de la Universidad Técnica Nacional de Atenas, dijo: «Esta es la Santa Roca que ha sido venerada durante siglos, pero sólo ahora se puede ver».
Los científicos llegaron al lugar y retiraron la placa de mármol que cubría el que muchos consideran como el lugar de la sepultura de Jesucristo y descubrieron que la plataforma funeraria de cal bajo la que, supuestamente fue sepultado estaba intacta.
Los arqueólogos tomaron muestras del lugar que han sido enviadas al laboratorio del Santo Sepulcro de Jerusalén, por lo que aún tomarán tiempo para estudiarlas y conocer detalles de la estructura original de la tumba de Jesús.
La tumba fue sellada de nuevo, para permanecerá así durante varios siglos más.