Con su inigualable belleza y variedad de formas, tamaños y colores, desde el blanco puro hasta el rojo o morado más intenso, la Dalia es una flor de herencia prehispánica que cada año adorna los cerros de Xochimilco.
A este lugar, considerado uno de los asentamientos prehispánicos que ha sobrevivido hasta nuestros días por sus tradiciones y que en náhuatl significa “cementera de flores”, llegaron a establecerse los xochimilcas, una de las siete tribus nahuatlacas que arribó al Valle de México.
Para fortuna de los xochimilcas, la dalia crecía en forma silvestre y era muy importante porque la usaban como planta ornamental, alimenticia y medicinal. Incluso, comenta María Guadalupe Treviño de Castro, presidenta de la Asociación Mexicana de la Dalia o Acocoxóchitl, empezaron a domesticarla y tener flores cultivadas.
Además, cuenta, labraron varios petroglifos con la figura de esta flor que adornaban la calzada que bajaba del cerro de Cuailama, en Santa Cruz Acalpixca; y está representada en varias iglesias de los barrios de Xochimilco y en otros edificios y monumentos del país.
Óscar Prado Segundo, representante del Grupo Cultural Mano Vuelta, sabe que tener un monolito de ese tipo representa parte de la historia de la flor en su forma original y silvestre de ocho pétalos. “Es por ello que el Museo Arqueológico de Xochimilco resguarda hoy en día uno de los dibujos grabados sobre piedra”.
El antropólogo dice que el petroglifo tiene al menos 500 años y fue movido de su lugar de origen por los posibles riesgos que enfrentaba ante la invasión de asentamientos irregulares en la parte baja del cerro de Cuailama.
Treviño de Castro explica que la dalia es una flor nativa de México y puede encontrarse en forma silvestre en casi todo el país, con excepción de las penínsulas de Baja California y Yucatán. “Quizá sea por el tipo de suelo y también porque hacen falta recursos para ir a explorar estos lugares”, expone.
La también voluntaria de la Universidad de Chapingo recuerda que hay al menos 41 especies, sin embargo, solo 26 están descritas y forman parte de la “Colección de Dahlia” del Parque Ecológico Xochitla, ubicado en Tepotzotlán, Estado de México.
“Todas son muy hermosas y provienen de diferentes lugares. De todas la especies, mi consentida es la Dalia Coccinea y la podemos encontrar en todo el país”, dice la mujer apasionada por esta flor que ha cautivado al mundo entero.
Ello, porque es verdaderamente infinita la gama de colores y formas que posee. Detalla que los colores básicos son blanco, amarillo, naranja, rojo, lila y morado.
Pero, argumenta, los trabajos de mejoramiento genético han permitido la creación de inflorescencias con diversas variaciones en formas y tonalidades que son cultivadas hoy en día. “En México, quizá, tenemos aproximadamente mil tonalidades por el trabajo de polinización que realizan las abejas.
José Luis Olivares Oropeza, habitante del Barrio de San Diego, en Xochimilco, al sur de la ciudad de México, platica que desde 1965 ha dedicado gran parte de su vida a la floricultura, una labor ardua que heredó de sus padres, y cada año destina cerca de tres mil metros cuadros para cultivar dalias.
En esta extensión de terreno, ejemplifica, ha llegado a tener hasta 175 tonalidades de Dalias. “Son colores muy lindos y fabulosos. Tenemos desde el blanco puro hasta amarillas, rojas, blancas, guindas, lilas, rosas y colores pastel, van desde la tonalidad más fuerte hasta la más débil y aquellas con doble color”.