Con la lectura del fragmento de «Anacleto Morones» de la obra «El llano en llamas», la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), recordó hoy el 30 aniversario luctuoso del escritor mexicano Juan Rulfo (1917-1986) en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
Fueron los actores Laura Zapata y Arturo Rosales, integrantes del programa «Leo… luego existo», quienes ante una sala que lució llena, ofrecieron una lectura dramatizada en la que dieron vida a Lucas Lucatero y Nieves García, personajes que protagonizan este cuento publicado en el año de 1953.
Con el atuendo típico del estado de Yucatán, por lo que hace a Laura Zapata y una mezcla entre ranchero y chinaco en cuanto a Rosales, ambos actores atraparon las miradas y despertaron algunas carcajadas de un público que por espacio de cerca de una hora disfrutó de la presentación.
Minutos antes, los protagonistas de la sesión agradecieron la oportunidad de estar en Bellas Artes, al tiempo que elogiaron brevemente el trabajo literario de quien llamaron «uno de los autores más consagrados de la literatura mexicana».
¡Viejas, hijas del demonio! Las vi venir a todas juntas, en procesión. Vestidas de negro, sudando como mulas bajo el mero rayo del sol. Las vi desde lejos como si fuera una recua levantando polvo. Su cara ya ceniza de polvo.
Negras todas ellas. Venían por el camino de Amula, cantando entre rezos, entre el calor, con sus negros escapularios grandotes y renegridos, sobre los que caía en goterones el sudor de su cara. Las vi llegar y me escondí. Sabía lo que andaban haciendo y a quién buscaban. Por eso me di prisa a esconderme hasta el fondo del corral, corriendo ya con los pantalones en la mano», con este fragmento los actores arrancaron su participación.
Al término, explicaron que el programa «Leo… luego existo», está diseñado para que el público se acerque a la literatura, al tiempo que revelaron las razones por las que eligieron este cuento que trata de los milagros producidos por la intercesión de seres humanos, santificados por una praxis ilegal e indocumentada evidenciada por el narrador, ya que el texto propone una artificialidad en el proceso de canonización; se trata de milagros inventados, bajo causantes nacidas de la fantasía e imaginación del fanatismo.