El Santo Sepulcro es un lugar en Jerusalén considerado por varias religiones, entre ellas las principales iglesias cristianas, el lugar donde fue sepultado Jesús hace más de 2.000 años.
Para restaurar el lugar se tuvieron que poner de acuerdo las iglesias católica, ortodoxa griega y armenia en la forma de financiar los US$3,3 millones que cuesta el proyecto.
Y no fue fácil. Tanto que el inicio de la restauración se vio aplazada por las discrepancias entre las tres denominaciones cristianas que administran el lugar sagrado.
Los expertos, que ya comenzaron a trabajar, están enfocados en el Edículo, una pequeña cámara dentro del templo que -se cree- fue el lugar donde el cuerpo de Jesús fue lavado, envuelto y enterrado.
La última refacción del templo fue en 1810, después de un incendio. La coordinadora de las reparaciones, Antonia Moropoulou, explicó que la tumba se encontraba estable, pero con serias fallas estructurales después de tantos años expuesta a la humedad y al humo de las velas.
«La construcción necesita además un sistema de resistencia para evitar el riesgo de ser destruida por un terremoto», explicó.
Aunque se espera los trabajos duren de ocho a 12 meses, los peregrinos podrán visitar el lugar.
Se espera recaudar el dinero necesario de las donaciones que dejan los visitantes.