Sāo Paulo y el arte del grafiti, en la cima

(Foto: grafiti de «Os Gêmeos»)

Los grafitis y pixações (estilo característico de las pinturas de Brasil) invaden la ciudad de Sāo Paulo; gracias estos, este sitio se ha convertido en la capital mundial del grafiti. “El grafiti es una manifestación artística que forma parte del día a día de todos, les guste o no. Se impone», dicen los hermanos artistas Otávio y Gustava Pandolfo, más conocidos como Os Gêmeos (Los Gemelos). Ellos son muy famosos alrededor del mundo por los trabajos en los que mezclan un cierto realismo fantástico con personajes muy característicos y reales. «El arte no es para que te guste, es para reflexionar y pensar «, dice, por otro lado, Thiago Mundano, quien se autodenomina “artivista”, por combinar el grafiti con acciones sociales.

En 2011, un grupo de artistas pintó 66 paneles creando el primer Museo Abierto de Arte Urbano de Sāo Paulo. Así, llevaron a las calles una de las mayores características de ese arte: la accesibilidad. «El hecho de que el arte esté en la calle, ya es mucho más democrático. La gente no necesita entrar en una galería cerrada para verlo», dice la artista y grafitera Prila Paiva. Ocupar la ciudad es la clave del grafiti y los artistas no siempre pintan con autorización. Existe otro aspecto que implica, entre otras cosas, «la adrenalina de grafitear», según Mundano.

Sāo Paulo adoptó, en enero de 2007, la Ley de la Ciudad Limpia con la que se prohibía la propaganda en vallas publicitarias y en edificios públicos y privados. En relación a los grafitis, aún no hay un acuerdo entre artistas y poder público. Por ello, a veces, el Ayuntamiento borra, cubriendo con tinta gris muchos de los muros pintados. Por otro, grafiteros y pixadores pintan en los lugares recién cubiertos.

En este momento, la ciudad alberga la 14ª edición de la Graffiti Fine Art, un proyecto del artista Binho Ribeiro, que expone grafitis en el Museo de Arte Brasileño de la Escultura. La exhibición es gratuita y está abierta al público hasta el día 29 de diciembre.

 

(Fuente: El País)