El Estadio Azul, uno de los inmuebles más emblemáticos del fútbol mexicano, cumple 70 años de haber abierto sus puertas. Los encargados de inaugurar este recinto, que inició su historia bajo el nombre de Estadio Olímpico de la Ciudad de los Deportes, fueron los Pumas CU de la UNAM y los Aguiluchos del Colegio Militar en un partido de fútbol americano, donde los universitarios lograron el triunfo. El 5 de agosto de 1978 el estadio vivió uno de los capítulos más tristes cuando la NFL quedó insatisfecha por las fallas en la logística, la mala calidad del campo y las metas económicas incumplidas durante el partido que disputaron los Santos de Nueva Orleans y las Águilas de Filadelfia. Conciertos, exposiciones, conferencias y partidos benéficos son otros eventos que han encontrado en el Estadio Azul su casa y desde hace 20 años tiene a la Máquina Celeste de la Cruz Azul como su único dueño, con el cual ha compartido alegrías, pero sobre todo tristezas. El fútbol llega En 1983 el club Atlante decidió disputar sus duelos de local en la Ciudad de los Deportes durante 13 años, donde consiguió un campeonato de Liga. Posteriormente, llegó Cruz Azul, en 1996, luego de constantes éxitos en el Estadio Azteca. Una vez instalados en el ahora Estadio Azul, el conjunto fundado en Ciudad Cooperativa, Hidalgo, comenzó con un sufrimiento constante, a pesar de que en su primer año lograron su último título de Liga frente a los Esmeraldas de León bajo el mando de Luis Fernando Tena. Dos finales perdidas (ante Monterrey y Pachuca), eliminaciones de torneos internacionales y los incidentes con la afición han sido el tenor de una relación que está cerca de terminar con el adiós del primer Coloso de la capital mexicana. Demolición El pasado 4 de agosto los dueños del inmueble dieron a conocer que su relación con el Deportivo Cruz Azul terminará en 2018, por lo que este recinto será demolido para la construcción de una plaza comercial y una zona de hoteles. “El fin de la relación entre el propietario y el equipo de primera división se debe a la imposibilidad de poder llegar a un acuerdo para la renovación del contrato de arrendamiento que concluye en 2018, pues el incremento que la empresa fijó no fue aceptado por los dueños del Equipo”, fue el comunicado de los propietarios del estadio. El primer Coloso de México desaparecerá físicamente, sin embargo, su legado en el deporte mexicano quedará para la posteridad.