Atrás quedo la cantante rebelde y escandalosa. Hoy, Madonna es una perfeccionista, una atleta y una gran showgirl que es capaz de crear todo un mundo alrededor de ella con bailarines desnudos, acrobacias, explosiones virtuales y un escenario que cambia y divierte en todo momento.
Pasadas las 10 de la noche y con la voz de Michael Jackson en las bocinas; apareció Madonna dentro de una jaula colgada en el aire, abajo, un ejército de guerreros la espera mientras la gigantesca pantalla a sus espaldas escupe brillantes y perturbadoras imágenes de todo tipo.
El primer tema es “Iconic” y las 16,000 personas que están en el domo de cobre se vuelven locos y en pleno orgasmo musical la reina los saluda con un “Hola México” y sigue “Bitch I’m Madonna” con Nicki Minaj en la pantallas para que todos comiencen a bailar mientras la cantante se acuesta en el suelo o de plano experimenta el bondage.
Temas clásicos como “Burning Up” con guitarra en mano (y ya sin ayuda de pistas) Madonna canta de verdad pero vuelve a explotar la acción en el escenario y con “Holy Water” ahora arma un table dance y hasta un cuadro que representa La Última Cena aunque eso ya no espante a nadie pero todas “ésas” locuras” divierten.
Y entre canción y canción Madonna se desprende de la ropa, no se cansa de bailar se sube a un tubo en el escenario con forma fálica que prende de colores rojo, blanco o se convierte en una gigantescas discoteca, mientras la cantante no para pesé a sus casi 60 años de edad al más puro estilo de Mick Jagger quien incluso hasta le da un beso a su bailarina.
Por supuesto que los “Hola México”, “Tequila” y su admiración a la pintora Frida Kahlo se hicieron presentes; de hecho, Madonna es inteligente y utiliza a la pintora para volver locos a los espectadores y por eso la recuerda a todo momento y en versión acústica le dedica su «Who’s that girl», la respuesta es obvia e inmediata…. ¡Madonna te amamos!
Pero antes, la cantante hace un homenaje “latino” a la música con una versión churresca de la «Isla Bonita» con bailarines a los que sólo les falto una piña en la cabeza (¿o la tenían?) porque las maracas las llevaba Madonna, quien va vestida como torera y bailando flamenco.
Pero, aunque en sus pantallas se transmitan coloridas imágenes relacionadas con la cultura mexicana con una versión de «Dress you up» y finja tomar tequila; la realidad es que es muy lejano a la música mexicana.
A ella no le importa y asegura que está es su parte favorita del show por tener una influencia en la cultura mexicana; pero todo se le perdona así como las peculiares versiones de sus viejos éxitos.
Madonna tiene arrodillados a sus fans, muchos de la comunidad gay o adultos contemporáneos que no han dejado de gritar durante más de dos horas frente a ella, quien también se inclina en el escenario, bromea con ellos, regala un ramo y llora y suda junto a sus fans que se rinden ante su reina.
Para el final y después de un show espectacular y armado como si fuera un musical de Broadway, la cantante se va despidiendo con temas como “Music», «Candy», La Vie en rose” y «Holiday» que acaban por convertir al Palacio de los deportes en la tierra de una reina que sí, “Bitches”, muestra que Madonna volvió al trono que había dejado vació en México.