El actor canadiense aseguró ayer en Barcelona que en Blade Runner 2049, secuela del filme de 1982 que se desarrolla 30 años después de la historia original, “las cosas han empeorado, los personajes están más aislados y el entorno es todavía más tóxico”.
Gosling es el protagonista de un filme dirigido por Denis Villeneuve que es la secuela de un título que marcó un antes y un después en el cine de ciencia ficción y que supuso la confirmación de Harrison Ford, que retoma su personaje de Rick Deckard.
Parte del equipo de la película, que no llegará a los cines hasta el mes de octubre, visitó Barcelona para promocionar el largometraje ante los distribuidores europeos reunidos en el congreso Cine Europe, que se celebra esta semana.
Gosling explicó que el nuevo largometraje “continúa la narrativa” del filme original de Ridley Scott, que “dejaba muchas preguntas abiertas”. El actor de 36 años da vida al oficial K, miembro del cuerpo de los blade runner del departamento de Policía de Los Ángeles que inicia una investigación que le lleva a “hacerse muchas preguntas, algunas relacionadas con su propia identidad, tal como pasaba en la primera parte”.
Mi personaje se toma muy personalmente la investigación”, destacó Gosling. Y en su búsqueda de la verdad se encuentra con Rick Deckard (Ford), antiguo blade runner que lleva 30 años desaparecido.
Para Villeneuve -responsable de títulos como Sicario o La Llegada- se trata de una película “negra y detectivesca” como la primera, en la que se siguen las evoluciones de un policía que inicia una investigación que le llevará a “soñar con un mundo mejor”.
Si el filme de Scott ya era oscuro, la secuela promete serlo todavía más, porque “las cosas han ido a peor en estos años” y la película muestra “un ecosistema que ha colapsado”, según Villeneuve.
Estamos viviendo en un mundo con mucha oscuridad. Un mundo en el que parece que no hay esperanza, y la película es una extensión de esa realidad”, agregó Villeneuve. El realizador canadiense reconoce que llevar a cabo una segunda parte de una obra maestra como Blade Runner es un proyecto arriesgado en el que “las posibilidades de éxito son muy pocas porque nadie va a ver la película en sí misma, sino que todo el mundo va a comparar los dos filmes”.