Los trabajos de restauración de urgencia de la muralla exterior de la Ciudad Prohibida de Pekín, el antiguo palacio de los emperadores chinos, comenzaron ante el riesgo de que algunas de sus partes más deterioradas se derrumben, informó ayer la prensa estatal.
Las obras, que se iniciaron el pasado sábado y se espera que se prolonguen hasta octubre de 2020, tienen por objetivo sanear unos muros que con el paso del tiempo y las inclemencias climáticas se encuentran en muy mal estado, pese a que una restauración superficial llevada a cabo hace casi dos décadas lo haya ocultado.
Según el curador del Museo de Palacio (nombre oficial de la Ciudad Prohibida), Shan Jixiang, el muro exterior de la estructura, que mide 3.4 kilómetros de perímetro, sufre de graves problemas como ladrillos en pésimo estado, grietas y hundimientos en algunos tramos, que requieren de una intervención urgente.
El profesor Tian Lin, de la Universidad de Ingeniería Civil y Arquitectura, señaló en declaraciones al diario Global Times que el cambio climático y la lluvia ácida han podido contribuir al deterioro de la estructura del palacio, junto a factores naturales como la presión de raíces y hierbas en el muro.
La zona más deteriorada es la muralla occidental, en la zona llamada Xihuamen, una sección de 233 metros que es la primera donde se han iniciado las obras de renovación.
Para la restauración se usarán radares capaces de penetrar en el subsuelo, con el fin de identificar las zonas en mayor riesgo y después llevar a cabo obras de sustitución de los ladrillos en mal estado y el reforzamiento de los muros con una capa aislante de la lluvia.