Durante años y estudios se ha intentado encontrar la relación entre el estilo de vida y la alimentación y los genes en la obesidad.Para la Nutrióloga egresada de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Gabriela Sánchez, la genética juega un rol importante en el desarrollo de obesidad, pero son los hábitos de consumo diarios el factor más determinante.
«Es evidente que la genética es una parte muy importante en el desarrollo de obesidad, si tus padres son obesos tienes una tendencia a desarrollarla, pero son los hábitos alimenticios los que determinan la enfermedad», dijo en entrevista.
«Se dice ‘que el alimento sea tu medicina’. La genética no define tu condición física, aunque si hay estudios que indican que juega un papel importante», agregó.
Un grupo de investigadores del Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen) realizó un estudio sobre las interacciones entre genes y su influencia en el índice de masa corporal, y hallaron que las variantes FTO y ABCA1 están asociados de manera particular con este problema.
FTO es un gen asociado con la obesidad desde 2007 en múltiples poblaciones, y el más importante que se ha reportado para este padecimiento, según Sandra Romero Hidalgo, investigadora del Inmegen.
“FTO es el gen más importante que se ha reportado para obesidad. Al tener nosotros (México) una de las tasas epidemiológicas más altas de sobrepeso y obesidad, no se ve muy pronunciado, y eso nos genera duda. Asumimos que FTO viene con el componente europeo porque es muy frecuente en esa población (50 por ciento), y muy poco frecuente en población nativa americana”, reveló en entrevista para Conacyt.
El efecto en México de dicho gen, parece ser menor que el que se reporta en otras poblaciones, como la europea, por ejemplo.
El segundo gen que se halló fue ABCA1, relacionado a niveles bajos de colesterol HDL, obesidad y diabetes tipo II. Este gen, es exclusivo del continente americano.
Los portadores de esta variante tienen un efecto mayor en los niveles de colesterol cuando existe un mayor consumo de carbohidratos, según la investigadora.
“Baja los niveles de colesterol bueno, lo que representa un riesgo cardiovascular. Se identificó la interacción específicamente entre la variante y el consumo de carbohidratos en un grupo de mujeres premenopáusicas”, explicó.
Los investigadores realizaron un estudio de más de cuatro mil muestras de ADN, para saber si dichos genes interactuaban para generar tasas de prevalecencia diferentes entre la población mexicana en comparación con otras.
En dicha práctica, hallaron la presencia de FTO en pacientes con obesidad mórbida, mientras que el ABCA1 interactúa con el índice de masa corporal para la distribución de grasa.
“El efecto de FTO se ve si se compara con personas de peso normal y aquellas con obesidad mórbida. Cuando se seleccionan individuos con características extremas de obesidad sí se observa un efecto de FTO en población mexicana, pero con el índice de masa corporal, medida que nos ayuda a medir el contenido de grasa en el cuerpo, no tiene un efecto tan importante”, dice.
Los resultados obtenidos servirán, según los investigadores, para identificar individuos en riesgo de desarrollar obesidad e incluso recomendaciones de dieta.
“Es mucho lo que hay alrededor de la obesidad, pero no tenemos exactamente la respuesta de qué está ocasionando altas tasas de prevalencia en México en comparación con otras poblaciones. Estamos en ese camino de tratar de entender qué pasa en nuestra población”, concluyó Sandra Romero.