El Tai Chi es un deporte que, desarrollado inicialmente como un arte marcial en la antigua China, se caracteriza por la realización de movimientos suaves y fluidos. En consecuencia, la práctica del Tai Chi facilita la estabilidad postural y la relajación, razón por la que es un ejercicio gimnástico ampliamente recomendado para personas de todas las edades. Sin embargo, las bondades del Tai Chi trascienden de las meramente ‘gimnásticas’. Y es que según han concluido distintas investigaciones, el Tai Chi parece mejorar la presión arterial y reducir los niveles de ‘colesterol malo’ de los practicantes, disminuyendo así su riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular. Y a todo ello se aúna que, como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina Warren Alpert de la Universidad Brown en Providence (EE.UU.), el Tai Chi puede suponer una alternativa ciertamente interesante para la rehabilitación cardiaca de los pacientes que han sufrido un infarto agudo de miocardio y que, por la razón que sea, renuncian a someterse a los métodos de rehabilitación convencionales.
Como explica Elena Salmoirago-Blotcher, directora de esta investigación publicada en la revista «Journal of the American Heart Association», «pensamos que el Tai Chi podría ser una buena opción para esta población porque se puede llevar a cabo en sus inicios de forma lenta y sencilla y, según aumenta la confianza, tanto los movimientos como el ritmo pueden modificarse para incrementar la intensidad. Los ejercicios pueden alcanzar un nivel de intensidad baja a moderada, y el énfasis en la respiración y la relajación también pueden ayudar a reducir el estrés y el distrés psicológico».
Físicamente más activos
Una vez han sufrido un infarto agudo de miocardio, más de un 60% de los pacientes renuncian a participar en los programas de rehabilitación cardiaca. ¿La razón? Pues según aducen los propios implicados, la molestia que supone tener que acudir a los centros de rehabilitación –en ocasiones ciertamente distantes de sus domicilios– o la imposibilidad de realizar los ejercicios de rehabilitación, ya sea porque les causan dolor o porque su estado físico se encuentra muy deteriorado. Y a todo ello se aúna, en algunos casos, la imposibilidad de costear tales tratamientos. Entonces, la práctica del Tai Chi, que puede llevarse a cabo en el domicilio y, además de gratuita, no requiere un esfuerzo físico considerable, ¿puede constituir una alternativa válida a esta rehabilitación cardiaca convencional?
Para responder a esta pregunta, los autores contaron con la participación de 29 pacientes cardiacos –8 mujeres y 21 varones– que, con una edad promedio de 67,9 años y físicamente inactivos, se sometieron a una rutina de ejercicios de Tai Chi específicamente diseñada para personas con problemas cardiovasculares. Concretamente, el 58,6% de los participantes había padecido un infarto, el 82,2% se había sometido a una intervención coronaria percutánea y el 31% a un bypass coronario. Sin embargo, todos los participantes coincidieron en no tomar parte en un programa de rehabilitación cardiaca, todo ello a pesar de que presentaban numerosos factores de riesgo que podían abocarles a un nuevo infarto y/o intervención: tabaquismo (27,6%), diabetes (48,3%), hipercolesterolemia (75,9%), sobrepeso (35%) u obesidad (45%).
Todos los participantes recibieron clases de Tai Chi y un DVD para orientar la práctica de los ejercicios una vez en sus domicilios. Y asimismo, fueron divididos según un criterio aleatorio en dos regímenes de tratamiento: ‘LITE’ –o ‘ligero’–, en el que se llevaban a cabo 24 sesiones de ejercicios a lo largo de 12 semanas; y ‘PLUS’ –o ‘avanzado’–, con un total de 52 clases repartidas en 24 semanas.
Los resultados mostraron que la práctica de Tai Chi era segura, siendo el único ‘efecto adverso’ la aparición de dolores musculares de baja intensidad durante las primeras sesiones; y que era ‘factible’, como muestra el hecho de que los participantes asistieron al 66% de las sesiones programadas. En consecuencia, el 100% de los participantes aseguraron que lo recomendarían a sus amigos.
Es más; la práctica del Tai Chi aumentó el nivel de actividad física de moderada a vigorosa a los tres y los seis meses, si bien únicamente en el caso de los participantes del programa ‘PLUS’ –no así en el ‘LITE’.