En los últimos años se ha escuchado hablar con mayor frecuencia de la intolerancia al gluten, pero muy poco de la afección causada por este rechazo del organismo: la enfermedad celíaca (de latín coeliacus, relativo al vientre).
Se trata de una enteropatía crónica (alteración patológica producida en el tracto digestivo) mediada por el sistema inmune, que se relaciona con factores genéticos de quienes la padecen, explicó Antonia Isabel Castillo Rodal, investigadora de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
Se expresa mediante un proceso inflamatorio intenso en el intestino delgado, especialmente en el duodeno, que responde a la ingesta de alimentos con gluten (conjunto de proteínas contenidas exclusivamente en la harina de cereales como el trigo, la cebada y el centeno, entre otros), dijo.
Sus síntomas pueden confundirse con los del síndrome de intestino irritable: distensión y dolor abdominal, diarrea, pérdida de peso y malestar general. Además, es posible que quien la padezca tenga manifestaciones extraintestinales como alguna afección de la piel (dermatitis herpetiforme o neuropatía periférica). Hay pacientes prácticamente asintomáticos y otros que llegan a presentar un síndrome de malabsorción intestinal.
“Lo grave de la enfermedad celíaca es que, si no es diagnosticada de manera temprana y tratada a tiempo, se puede sufrir desnutrición grave (ocasiona mala absorción intestinal de los nutrientes) o fallecer, aunque la muerte por este padecimiento es cada vez más rara”, alertó.
Si un individuo tiene el factor genético HLA DQ2/DQ8, que es el que predispone a la enfermedad, ésta puede presentarse en los primeros meses de vida, y al iniciarse la ingesta de alimentos con gluten, se disparará.
Ese factor genético es importante, pero no suficiente, pues del total de individuos que lo portan (30 por ciento de la población mundial), sólo dos por ciento desarrolla el padecimiento. “Estos datos sugieren la presencia de otros factores genéticos que deben ser detectados”, resaltó Castillo Rodal.
Sin embargo, “reportes emitidos en el orbe informan que los datos están subestimados, que en realidad hay muchos afectados que no han sido diagnosticados y, por lo tanto, no están considerados en estas cifras”.
En 2006, cuando comenzó a estudiarse con más bases clínicas y nuevos métodos de laboratorio, se estableció que su prevalencia en México era de entre 0.5 y uno por ciento. En la actualidad, la cifra puede ser de uno a dos casos por cada 100 habitantes.
Debido a la influencia de factores genéticos en el desarrollo del padecimiento, para un diagnóstico correcto es indispensable identificar la sintomatología, practicar los exámenes de laboratorio pertinentes y, como último paso, hacer estudios genéticos.
No hay un tratamiento medicamentoso que combata con éxito este padecimiento. Algunos investigadores exploran la posibilidad de bloquear algunos receptores de las APC (células presentadoras de antígeno), pero aún no hay nada en concreto. Así, el único tratamiento efectivo consiste en dejar de ingerir lo que causa esta enfermedad: las harinas de trigo, cebada y centeno.
En colaboración con el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, Castillo Rodal y su grupo evalúan la respuesta inmune que se da en este proceso fisiopatológico.
“Todavía queda mucho por avanzar, tanto en la respuesta inmune como en otros factores asociados, como la composición de la microbiota intestinal. Según investigaciones de los últimos años, con distintas patologías ocurren cambios en la microbiota intestinal; queremos evaluar la relación que hay entre el microbioma de los enfermos celíacos y el del resto de la población”, resaltó la universitaria.
La enfermedad celíaca, además de estar subestimada, es poco conocida, por eso es necesario estudiarla más y divulgar el conocimiento que se obtenga de ella. “Sabemos que el número de casos identificados representa sólo la punta del iceberg. Muchas personas responsabilizan de sus malestares intestinales a alimentos ricos en grasa o picantes, cuando pueden ser pacientes celíacos”, finalizó Castillo Rodal.