Cincuenta piezas que recuperan el trabajo de cómo Gunther Gerzso, Wolfgang Paalen, Luis Nishizawa, Kishio Murata y Mathias Goeritz plasmaron la contemplación de paisajes —jardines de Musashino, las cuevas rupestres de Altamira y la naturaleza yucateca— en un arte abstracto, son el argumento de la exposición “Después del paisaje. Abstracción en la Colección Museo de Arte Carrillo Giil” que permanecerá hasta el 12 de marzo en el Museo de Arte Carrillo Gil (MACG).
“La exposición es una valoración de la colección de Álvar Carrillo Gil y hace una vinculación de todo el arte abstracto que Carrillo Gil empezó a coleccionar después de la veta de los grandes muralistas: Rivera, Siqueiros y Orozco, y de artistas nacionales, es decir, en ese cambio abrupto hacia la abstracción a mediados de los años cincuenta del siglo pasado”, explica la curadora Paula Duarte.
Cuando el museo planteó la exposición, añade, se dio cuenta que había una fuerte vinculación de los cuadros coleccionados por Álvar, con el paisaje. “Es por eso que el lineamiento del guión curatorial, es cómo el paisaje fue un ente implícito en cada uno de estos cinco artistas y cómo se volvió el tema principal en una de sus principales abstracciones”.
En el caso de Kishio Murata (1910-1992), fue un artista que Álvar Carrillo Gil conoció a partir de una exposición en Tokio, Japón. “Carrillo Gil estuvo muy vinculado con el trabajo paisajístico de Murata, especialmente el que se ostentaba en los dos jardines de Musashino, Japón, y que por primera vez se exhiben en el museo”.
De acuerdo con la curadora, las obras de Murata son cuatro pinturas de pequeño formato que por primera vez se muestran juntas y que “básicamente son las únicas dentro de colecciones mexicanas, a pesar de que la obra de este artista es un referente dentro de la contemporaneidad en Japón”.
Además, la exposición incluye textos y anotaciones de Carrillo Gil sobre los cinco artistas, por ejemplo, de Murata escribió un texto de cómo lo conoció en el Museo de Arte de Moderno de Tokio y por qué su obra se englobaba dentro de la contemporaneidad japonesa.
“Le llamó la atención por los coloridos estallantes, las armonías cromáticas y el equilibrio de las formas, entonces los textos que se muestran son interesantes porque refuerzan el carácter de la exposición con datos concretos del pensamiento de Carrillo Gil y de porqué seleccionó cierto tipo de obras”, señala Paula Duarte.
Sobre la mirada paisajista de Mathias Goeritz (Alemania, 1915- México, 1990), la curadora precisa que las piezas expuestas forman parte de una serie gráfica de las cuevas de Altamira, España. “No son obras que pertenezcan a la colección del museo, pero fueron solicitadas a la familia Carrillo Gil y con gusto las prestaron. Es una carpeta con 10 obras gráficas que el artista realizó a partir de una investigación de los grabados en las cuevas prehistóricas de Altamira, España”.