Un incendio repentino en el Templo Mayor de Tenochtitlán, el paso de un cometa, la presencia de una mujer llorando por las calles del imperio mexica o una piedra parlante que se negó a llegar a la capital tenochca, son algunos de los presagios que indicaron el fin de Tenochtitlan y que ahora se representan en el Museo del Templo Mayor con la exposición Tetzáhuitl. Los presagios de la conquista de México.
La muestra, conformada por 30 piezas, permanecerá hasta marzo de 2020 y reúne desde la escultura de una serpiente con la inscripción del nombre calendárico de Quetzalcóatl —fecha que coincide con la llegada de los españoles al país—, hasta un fragmento de meteorito y esculturas de las mujeres que anunciaban la muerte de guerreros.
“Hablar de presagios es sinónimo de inmaterialidad y por definición es difícil de ilustrar. El primer reto de la exposición fue encontrar piezas significativas y después explicar el fenómeno de los presagios a partir la visión mesoamericana, es decir, de la visión cíclica de la historia y de los diferentes soles cosmogónicos. De esto último sí existen evidencias materiales”, comentó el curador Guilhem Olivier.
El también investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM señaló que se debe abandonar el cliché de que los indígenas eran supersticiosos.
“Uno de los propósitos de la exposición es rebasar esa dicotomía racista que hace pensar en los presagios como una ilustración del fatalismo de los mexicas. Las prácticas adivinatorias no son sinónimo de superstición. En Mesopotamia y Grecia la adivinación se mira como la premisa de la ciencia moderna porque es una manera de clasificar y ordenar las cosas. Entonces, esas premisas también las tuvimos en Mesoamérica”, señaló.
La exposición inicia con el primer símbolo de la caída del imperio mexica: el incendio de un templo durante una pequeña llovizna en la que no hubo truenos. Continúa con la exhibición de dos pequeños meteoritos encontrados en 1776 en el Estado de México, cuyo tamaño representa el cometa que vieron pasar en el cielo los indígenas hace 500 años.
“El cometa es un presagio de la muerte del soberano y lo singular es que en Europa también supone lo mismo”, dijo Guilhem Olivier.
Para ilustrar a la Cihuacóatl, el curador eligió a las mujeres muertas en parto: las cihuateteotl, ya que se decía que el llanto de ambas anunciaban la muerte de guerreros. “Un presagio fue que había una mujer llorando por las calles de la ciudad y uno de sus nombres era Tetzahuitl”, agregó el investigador.
Otro presagio que se explica en el Museo del Templo Mayor es cuando Moctezuma quiso esculpir un temalacatl (una piedra sacrificial) en Chalco y llevarlo a la Ciudad de México.
“La piedra empezó a moverse pero después se quedó parada y a pesar de los esfuerzos de mucha gente que la jalaban y jalaban, no se movía. En algún momento la piedra habló y mencionó las desgracias del imperio, sobre todo acusó a Moctezuma de haber sido un rey soberbio. Finalmente la piedra logró llegar a un puente a la entrada de la Ciudad pero se cayó en un canal y regresó solita a Chalco”, detalló Olivier.
Otras piezas que destacan en la exposición son: una escultura de Tezcatlipoca, la réplica de un espejo de obsidiana y la escultura de una serpiente emplumada con el glifo de “1 Ce Acátl” que es el nombre calendárico de Quetzalcóatl y la fecha del arribo de los españoles a México.